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Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 45

Ramón miró a Zamira y dijo:

—He oído hablar de ese proyecto del Parque Ecológico en el que están trabajando. Es en realidad un logro impresionante. Sigue trabajando duro entonces.

—Gracias, Señor Ramón —asintió Zamira.

En comparación, Josefina era más amable. Con una sonrisa en la cara, dijo:

—Zamira es, sin lugar a dudas, una chica competente.

Catalina aprovechó la oportunidad para ganarse algún favor de Josefina y Ramón pidiéndoles que ayudaran a su hija siempre que fuera posible. «Al fin y al cabo, Ramón es una autoridad en el campo de los negocios».

Ramón miró a Leandro con desagrado.

—Por supuesto que estamos dispuestos a ayudar a tu hija, pero ¿has pensado en cómo nos verán los demás si ayudamos a alguien que no es pariente nuestro?

Todos sabían que Ramón estaba insinuando que Zamira se convirtiera en su nuera.

Josefina añadió con una sonrisa:

—Después de todo, tenemos reglas que seguir en nuestra familia. Todos los miembros de nuestra familia deben tener una conducta y modales adecuados.

Josefina estaba informando a todos de manera indirecta que Zamira podía ser aceptada en la Familia Nieves siempre y cuando rompiera por completo su relación con Leandro.

Aarón respondió de inmediato:

—Lo entendemos. ¿Cómo, si no, te las arreglaste para criar a un hijo extraordinario como Tadeo?

—Vamos, ya casi es la hora. Deberíamos ir directamente al hotel —dijo Tadeo.

—Humm. Vamos —asintió Ramón con severidad.

—¡Esperen! —exclamó Leandro de repente.

—¿Qué pasa? ¿Tienes algo que decir? —Todos lo miraron al mismo tiempo.

Leandro miró a Zamira.

—En efecto. He oído hablar de ese restaurante. Solo la gente más rica de la sociedad y las estrellas famosas cenan en ese lugar. No es raro que un plato cueste más de cien mil —explicó Ramón.

Tadeo preguntó con incertidumbre:

—¿De verdad has reservado una mesa allí?

—No solo una mesa. Reservé todo el restaurante —Leandro respondió con despreocupación.

Todos estallaron en carcajadas al escuchar la escandalosa afirmación de Leandro. Incluso Ramón se burló.

—¿Qué has dicho? Me temo que mis oídos me fallan. ¿Has dicho que has reservado todo el restaurante? ¿Sabes lo que se necesita para hacer eso? Dejando de lado tu estatus, el dinero necesario para reservar ese lugar por un día es fácilmente unos cuantos millones. ¿Te crees que soy tonto? —Tadeo se rio en voz alta.

Catalina y Aarón fruncieron el ceño. «¿Por qué Leandro tiene que avergonzarnos siempre que hay gente de fuera? ¡Qué persona tan despreciable!».

—¿Te sientes orgulloso por tus acciones? Para todos eres el hazmerreír.

Incluso a Zamira le costaba creerle a Leandro esta vez.

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