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Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 47

Todos entraron en el ascensor para ir al piso 88.

¡Ding!

Zamira pudo sentir cómo su corazón latía fuerte e inquieto contra su pecho cuando el ascensor llegó al piso 88.

Bum, bum, bum...

Sin embargo, segundos después, todos fueron bañados con pequeños trozos de papeles brillantes de colores en el momento en que salieron del ascensor.

—Feliz cumpleaños a ti... —Se escuchó la canción de cumpleaños, una banda profesional era la que interpretaba la canción.

Zamira levantó la vista y vio que todo el restaurante estaba decorado con enormes fotos de ella misma. Cada foto era un recuerdo entrañable del tiempo que pasó con Leandro.

El local estaba decorado con una inmensa cantidad de flores. Una brillante lámpara de araña iluminaba el suelo con un cálido resplandor. En el centro del restaurante había una gran tarta de varios pisos colocada encima de una mesa rodante.

—El restaurante giratorio del Centro Comercial de Colina del Norte le desea un feliz cumpleaños, Señorita Zamira. Es usted la primera y única persona que tiene un banquete de cumpleaños aquí. Así que le dedicamos un recuerdo para que rememore este día.

El gerente del restaurante le entregó un regalo a Zamira. En ese momento, las lágrimas ya corrían por sus mejillas.

«¡Qué conmovedor! ¡Esta es la mejor celebración de cumpleaños que una chica puede esperar!». Abigail miró a Zamira con envidia.

Por otro lado, Tadeo y el resto estaban estupefactos.

—Vamos a entrar en el restaurante, Zamira. —Leandro tomó a Zamira de la mano y la condujo hacia el pastel situado en el centro de la sala. Hizo una señal con un chasquido de sus dedos y Zamira se quedó perpleja.

¡Zum! Se escucharon una serie de ruidos.

¡Bum! Poco después, se vieron fuera de las ventanas los fuegos artificiales.

¡Zum!

...

—Ja, ja. Ahora sé lo que está pasando. El dueño de este restaurante es el jefe de Abigail. Además, ha estado tratando de conquistarla. Al fin entiendo cómo Leandro Gutiérrez logró reservar este lugar; todo se debe a Abigail.

Todos desplazaron sus miradas hacia Abigail, incluida Zamira.

Abigail asintió:

—Sí. Este restaurante pertenece a la familia de mi jefe. Pero ahora...

—Ya veo. Ahora lo entendemos todo, Abigail. Pero puedo ver que el Señor Gutiérrez se esforzó en decorar este local. —Tadeo interrumpió a Abigail antes de que pudiera terminar su explicación.

Los superficiales cumplidos de Tadeo eran en realidad un intento de burlarse de Leandro. Le daban todo el crédito a Abigail por el éxito del banquete de cumpleaños porque pensaban que Leandro nunca sería capaz de reservar el restaurante sin su ayuda.

No obstante, Zamira no soltó las manos de Leandro.

—Me conmueve tu esfuerzo pase lo que pase.

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