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Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 50

Las cicatrices eran, de manera obvia, el resultado de graves heridas infligidas por cuchillos. La mayoría de la gente sentiría miedo solo al ver las cicatrices.

El hombre se apodaba El Cuchillas y era una persona famosa en su círculo. También era la mano derecha de Nueve.

El Cuchillas miró con desprecio a Zamira mientras blandía dos cuchillos en cada mano.

—¿Tú eres la jefa? Esta demolición está mal en primer lugar. Has hecho tu voluntad y nos has estafado a nosotros los aldeanos.

—Tiene razón. Queremos una compensación. ¡Haremos estragos en este lugar si no nos compensa!

Bajo el liderazgo de los matones, los aldeanos gritaron con rabia.

Zamira los miró con toda seriedad.

—Lo siento, pero hemos adquirido el derecho a desarrollar esta zona de manera legal. Si creen que el monto de compensación no es suficiente, entonces deberían buscar al departamento encargado de este asunto, no a nosotros.

—A nosotros no nos importan todas esas cosas. Todos somos gente común y corriente y lo único que vemos es que están construyendo cosas en nuestras tierras. Les daré dos opciones. Compénsennos de manera generosa o destruiremos todo lo que construyan aquí —se burló El Cuchillas.

—¡Eso es! ¡Queremos una compensación! —gritaron todos.

Zamira al final entendió la situación. «Están aquí para crear problemas. Estos matones deben haber forzado a estos aldeanos a cooperar».

—Muy bien. ¿Cuánto quieren que les demos como compensación? —Zamira preguntó.

—Hemos hecho los cálculos. Solo tienen que compensarnos con mil millones —respondió El Cuchillas.

—¡Imposible! Ni pienses que vas a recibir un solo centavo —replicó Aarón de inmediato.

El Cuchillas entornó los ojos de forma amenazadora.

—Si ese es el caso, ¡entonces destruyan todo!

Los pocos matones y más de un centenar de aldeanos comenzaron a destrozar las cosas tras recibir la orden de El Cuchillas. Los trabajadores trataron de impedirlo, pero los matones los amenazaron con cuchillos dirigidos a sus gargantas.

—Hemos cumplido la tarea, Señor Nueve.

Una voz desagradable se escuchó desde la otra línea:

—Este es un dinero fácil proporcionado por la Familia López. Todo lo que tenemos que hacer es destruir algunos edificios.

—Tiene toda la razón. Volveré a visitar la obra mañana por la noche, Señor Nueve. —El Cuchillas se rio a carcajadas.

Mientras tanto dentro de un club. Un grupo grande de personas estaba sentado dentro de un salón privado. Entre la multitud estaba Tomás. Pero estaba lejos de ser el centro de atención en ese banquete, porque Nueve era el anfitrión de ese evento. Nueve tenía un rango significativamente más alto en su círculo en comparación con Tomás.

—¿Qué ocurre, Señor Nueve? ¿Tiene algún problema? Dígame si necesita algún hombre para hacer sus encargos —susurró alguien.

Nueve, que iba vestido de manera formal para la ocasión, respondió con una sonrisa:

—Nada de eso. Es que la Familia López me ha regalado diez millones para que cree problemas en las obras del Parque Ecológico de Ciudad del Oeste. Pensé que la tarea sería complicada, pero las cosas terminaron sin problemas.

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