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Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 49

En la casa de la Familia López, todos se enfurecieron cuando se enteraron de la extravagante noche de Zamira.

—Zamira hizo su fiesta de cumpleaños en el restaurante giratorio del Centro Comercial de Colina del Norte. Ahora sí que gasta el dinero como quiere.

—Si no fuera por la ayuda del abuelo, apuesto a que ni siquiera podrían entrar en el restaurante —gritó Melany.

Enrique y Fabián estaban disgustados.

—¡Aarón es una decepción! Si no los hubiéramos ayudado antes, ahora estarían mendigando en la calle, padre. ¿Cómo se atreven a olvidarse de su familia después de recibir ese proyecto?

Gerardo frunció el ceño.

—No esperaba que ellos también se pusieran en contra mía. Aarón y Zamira fueron obedientes en el pasado.

—¡El culpable de todo esto es Leandro! ¿No te has dado cuenta de cómo está cambiando todo desde que él ha vuelto? —profirió Melany.

Una mirada amenazante apareció en el rostro de Samuel.

—¡Hum! ¿Ellos creen que podrán seguir con este proyecto sin problemas? ¡Que sigan soñando!

Gerardo miró a Samuel con desconcierto.

—¿Tienes alguna buena idea, Samuel?

Una intención maliciosa brilló en los ojos de Samuel.

—Ellos no deberían encargarse de este proyecto ya que nosotros no estamos participando. No te preocupes, abuelo. Conozco a un jefe de la mafia. Si está dispuesto a ayudarnos...

Vieron que dos bandos se enfrentaban. De un lado estaban los trabajadores de la construcción, mientras que del otro había un grupo de matones desconocidos con tatuajes aterradores en sus cuerpos. Todos blandían cuchillos y otras armas a medida que se acercaban a los trabajadores de la construcción. Siguiéndolos de cerca había un grupo de aldeanos.

—¿Qué está pasando? —preguntaron Zamira y Aarón nada más llegar.

—Señorita López, ellos dicen ser exresidentes de esta zona. Están aquí para crear problemas debido a la demolición en curso. Han destruido nuestras construcciones e incluso nos han hecho daño —exclamó el jefe de equipo de la obra—. ¡Esto da mucho miedo! Evidentemente esos matones no son de este pueblo.

Zamira y Aarón miraron en la otra dirección. Las personas del lado opuesto sí parecían delincuentes recién salidos de la cárcel. No solo eso, sino que desprendían una vibra siniestra como si fueran, de hecho, asesinos.

—Soy la jefa de este proyecto. Hablen conmigo si tienen alguna insatisfacción. —Zamira se dirigió a la multitud con valentía.

La persona que lideraba a los matones era un hombre musculoso de piel bronceada. Horribles cicatrices cubrían su cara, sus hombros y su cuerpo.

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