En la casa de la Familia López, todos se enfurecieron cuando se enteraron de la extravagante noche de Zamira.
—Zamira hizo su fiesta de cumpleaños en el restaurante giratorio del Centro Comercial de Colina del Norte. Ahora sí que gasta el dinero como quiere.
—Si no fuera por la ayuda del abuelo, apuesto a que ni siquiera podrían entrar en el restaurante —gritó Melany.
Enrique y Fabián estaban disgustados.
—¡Aarón es una decepción! Si no los hubiéramos ayudado antes, ahora estarían mendigando en la calle, padre. ¿Cómo se atreven a olvidarse de su familia después de recibir ese proyecto?
Gerardo frunció el ceño.
—No esperaba que ellos también se pusieran en contra mía. Aarón y Zamira fueron obedientes en el pasado.
—¡El culpable de todo esto es Leandro! ¿No te has dado cuenta de cómo está cambiando todo desde que él ha vuelto? —profirió Melany.
Una mirada amenazante apareció en el rostro de Samuel.
—¡Hum! ¿Ellos creen que podrán seguir con este proyecto sin problemas? ¡Que sigan soñando!
Gerardo miró a Samuel con desconcierto.
—¿Tienes alguna buena idea, Samuel?
Una intención maliciosa brilló en los ojos de Samuel.
—Ellos no deberían encargarse de este proyecto ya que nosotros no estamos participando. No te preocupes, abuelo. Conozco a un jefe de la mafia. Si está dispuesto a ayudarnos...
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