C14-DESPIDETE DE TU HIJO.
La habitación olía a desinfectante y silencio. Las paredes blancas, el pitido monótono de la máquina y el leve movimiento de las cortinas creaban una calma tensa, artificial. Katerina estaba recostada, los ojos perdidos en sus propios pensamientos.
La puerta se abrió sin aviso, con un chirrido, y James entró.
Llevaba un traje negro impecable, su costoso reloj brillando en su muñeca, el rostro sereno, pero sin un solo gesto amable. Su sola presencia hizo que el aire se volviera más pesado.
Katerina tragó y él se detuvo al pie de la cama, mirándola sin pestañear, como quien evalúa un objeto, no a una persona.
—Veo que el descanso te ha sentado bien —dijo con voz plana, porque no tenía intención de soltar cumplido alguno.
Katerina tensó los hombros, pero sin bajar la mirada. Estaba segura de que en ese momento no se veía bella, y menos después de los estudios que le hicieron el día anterior, pero no entendía el afán de ese hombre de minimizarla.
En su opinión, era un idiota y se arrepentía de habérselo cruzado en su camino.
—¿Qué quiere?
James caminó despacio hacia un costado de la cama y cuando se inclinó, su sombra cubrió la mitad del colchón. Lentamente su dedo rozó la mejilla de ella, trazando un círculo lento y calculado.
—Vine a simplificar las cosas, Katerina —murmuró—. Te daré una opción. Una sola.
Ella lo miró de reojo, con el miedo creciendo detrás de los ojos, y él continuó sin alterarse.
—Tu hermana no está y, si quiero, el sistema decidirá pronto sobre la custodia de Arthur. Y tú sabes bien que la familia con más recursos, estabilidad y... reputación, ganará. —Hizo una pausa y bajó la voz—. Eso significa yo.
Katerina sintió un nudo en la garganta, porque el nombre de su hijo le ardió en el pecho. Había pasado casi la noche completa pensando en él, imaginándoselo, preguntándose cómo sería y sobre todo si sería capaz de protegerlo.
Cuando descubrió un mes después que estaba embarazada, su primer pensamiento fue abortarlo, pero luego, cuando llegó a la clínica, no fue capaz. Al final de cuentas él era inocente, una víctima más en su larga cadena de errores.
Por eso había aceptado el trato de Alejandra. Después de descubrir que su familia estaba en la quiebra y que Kate estaba con James, no midió las consecuencias ni el daño, solo pensó en su propio beneficio y el de su hijo. Porque con ese dinero, ella iba a empezar de nuevo.
Pero luego, cuando conoció a Oliver, todo cambió.
No pudo, no podía cometer tal atrocidad. Si lo hacía, ¿con qué cara miraría a su hijo? Además, también estaba Kate. Aunque sus padres hicieron diferencias entre ambas, ella nunca la trató diferente; simplemente era su hermana.


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