CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA romance Capítulo 31

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C31- MÍRAME GRAY.

Sienna avanzó y abrió su gabardina, revelando un vestido ajustado que abrazaba su cuerpo como una segunda piel. Grayson cerró la puerta sin quitarle la vista.

—¿No vas a preguntarme por qué vine? —preguntó ella con una sonrisa ladeada, girándose hacia él con aire confiado.

Sin esperar respuesta, deslizó un dedo sobre el pecho desnudo de Grayson.

—Supongo que lo dirás cuando quieras —respondió él, cruzando los brazos, impasible.

Ella sonrió sin vergüenza alguna, y se acercó un paso y el dulce aroma de su perfume lo envolvió.

—Quizás solo quería verte… —murmuró, escaneándolo de arriba abajo—. Te queda bien la informalidad, Gray.

Grayson no se movió, pero su cuerpo se tensó. Su mirada bajó apenas a sus ojos brillantes y volvió a subir, leyendo de inmediato la verdad detrás de esa sonrisa exagerada.

—¿Estuviste tomando?

Sienna soltó una risa ligera y ladeó la cabeza con una mueca seductora.

—Un poco… lo justo para darme valor.

Intentó acortar la distancia entre ellos, pero esta vez Grayson dio un paso atrás, marcando el límite.

—¿Sabes qué hora es?

—La perfecta para visitarte —respondió y se dirigió directo a la licorera—Las noches son para confesiones… o para olvidarse de ellas —añadió mientras se servía un trago.

Volvió hacia él con el vaso en la mano.

—¿Quieres un trago?

Él negó con la cabeza, sin molestarse en disimular el fastidio.

—Prefiero saber qué buscas.

—¿En serio no lo adivinas?

Sienna dio un paso más y se inclinó hacia él, buscando su boca, pero Grayson la detuvo justo a tiempo, sujetándole los hombros con firmeza.

—Esto no es buena idea.

—Todas mis ideas son buenas —replicó ella con una sonrisa desvergonzada—. Solo que tú no te atreves a admitirlo.

Él la sujetó de las caderas, impidiéndole avanzar más, pero no la apartó del todo.

—¿Cuánto has bebido, Sienna?

—Lo suficiente como para estar aquí… contigo, Gray.

Y, sin más, retrocedió un paso y se llevó las manos a la espalda;bajo el cierre, su vestido cayó al suelo, y quedó de pie frente a él, en ropa interior negra, escandalosamente diminuta.

—Mírame, Gray… —susurró, levantando los brazos para exhibirse—. ¿No soy bonita? ¿No soy atractiva?

Grayson la miró, sí, pero su expresión no cambió. Sus ojos recorrieron su cuerpo con la misma frialdad con la que se analiza una obra sin alma. Sienna dio un paso más y rozó sus labios con los suyos, pero él la detuvo enseguida.

—Sienna, esto no es buena idea. Tienes que irte, ¿de acuerdo? —recogió su gabardina y se la entregó sin mirarla más de lo necesario. —Te llamaré un taxi.