C38- ME DAS ASCO.
—Suéltala —repitió Grayson.
Julián dudó un segundo, luego aflojó los dedos, soltando el brazo de Kate. Ella retrocedió, llevándose la mano al brazo dolorido, pero sin apartar la mirada de su agresor.
—Vaya, vaya... el gran Grayson Maxwell. El caballero oscuro acude al rescate de la abogada.
Grayson no respondió, lo observaba, inmóvil, como una fiera evaluando a su presa. Julián giró lentamente la cabeza hacia Kate, y su expresión se volvió cruel.
—¿O deberíamos llamarla por otro título? —se burló, saboreando cada palabra—. Me pregunto si Sienna ya sabe que su amante está interesado en otra mujer. Qué gracioso, la misma que planea darle su libertad.
Kate apretó los dientes y Julián siguió hablando, disfrutando cada segundo.
—Claro que no lo sabe. Pero te diré algo, abogada, yo que tú... no me haría ilusiones, Grayson tiene especial gusto por Sienna, puede haber muchas, pero nunca la dejará a ella y es comprensible, es buena en la cama, lo reconozco. —Miró a Grayson.—¿Te la follaste en mi cama?
Las palabras fueron como un puñal directo al estómago, y Kate sintió que le faltaba el aire. Sabía lo que era Grayson y en lo que se había metido, pero oír eso, tan crudo y tan real, fue como un balde de agua helada sobre su dignidad. La garganta le ardía, y sus dedos temblaban alrededor del bolso, pero respiró hondo y pasó junto a Grayson.
Por un segundo, sus ojos se cruzaron y él bajó la mirada a su brazo marcado y luego volvió a sus ojos, pero ella no esperó y se fue, llevándose consigo el peso aplastante de aquellas palabras.
Grayson apretó la mandíbula con tanta fuerza que se le marcaron los músculos del rostro, sus ojos se volvieron dos bloques de hielo cuando miró a Julián.
—Si vuelves a tocarla, será lo último que hagas con esas manos.
Julián soltó una risa seca, despectiva.
—¿Qué pasa? ¿Mi esposa ya no es suficiente? ¿Necesitas añadir a la abogada a tu colección? Debe ser agotador mantener tantos frentes abiertos...
Grayson le dirigió una mirada gélida y cortante antes de dar media vuelta y salir tras Kate.
Ella llegó a su auto, con el corazón latiéndole descontrolado; necesitaba irse de ahí cuanto antes. Estaba a punto de abrir la puerta cuando sintió unas manos firmes rodeándole la cintura y la jalaron hacia atrás, con fuerza.
—¡No! —exclamó al instante y empujándolo con toda la rabia contenida—. ¡No me toques!
Grayson apenas retrocedió, pero no se fue.
—Kate… —murmuró, sus ojos bajando al moretón de su brazo—. Déjame ver eso…
—¡Te dije que no me tocaras! —gritó —. Ayer fui clara, Grayson. No quiero que me toques, no me mires, no me hables.
Él no se movió, solo miraba. Pero por dentro, estaba hirviendo, pero se obligó a mantener el control.



VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA