C48-SOLO ELLOS.
Grayson la besó con una ferocidad que le quitó el aliento, sus manos recorriendo su cuerpo como si necesitara memorizar cada curva y Kate le correspondió con la misma intensidad, sus uñas clavándose en su espalda cuando él se posicionó entre sus piernas, listo para entrar.
Pero justo cuando la punta de su miembro rozó su entrada, ella lo detuvo con una mano en el pecho.
—Espera— jadeó—. No tienes protección. Y no sé qué zorras has tenido, así que… mejor usamos condón.
Grayson se congeló.
—Bueno… no... no traje— admitió entre dientes.
Kate rodó los ojos y suspiró.
—Qué idiota eres. ¿No se supone que deberías tener uno en tu cartera?— Se inclinó hacia la mesita de noche, abrió el cajón y sacó un condón con una sonrisa triunfal; eran los preservativos que habían entregado en una jornada en el juzgado—. Por suerte siempre estoy preparada.
Grayson le lanzó una mirada asesina. Su esposa. Su maldita esposa tenía condones en su mesita de noche.
—¿Maldita sea, es que… traes hombres aquí?— preguntó, la voz cargada de peligro.
Kate le sonrió, pícara.
—Bueno ya sabes, una mujer siempre debe estar preparada… como ahora, por ejemplo.
Grayson arrebató el condón de sus manos, lo miró con desprecio y, sin pensarlo, lo lanzó hacia atrás.
—No habrá látex entre mi mujer y yo — gruñó, inclinándose sobre ella.
Kate alzó una ceja.
—Lo siento, pero no me fío… tú seguramente…
—¡No soy un maldito promiscuo, Kate!— rugió, furioso—. No ando follándome a cada mujer que se me pasa por el frente. Y aunque no lo creas… mi vida es mayormente trabajo.
Eso le dio una punzada en el pecho. ¿Entonces quién era Sienna? La pregunta estuvo a punto de salir, pero Grayson no le dio tiempo. Porque presionó su entrada y le susurró en los labios:
—Te pedí esta noche, Kate… porque quiero sentirte. Sin nada que se interponga entre los dos.

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