C57-YA ESTÁS EN CASA.
Gianna corrió entre los restos de pólvora y humo y se lanzó contra Adler, abrazándolo con toda la fuerza que tenía, temblando al sentirlo vivo.
—Gracias a Dios estás bien… —susurró.
Él la rodeó con los brazos, cerró los ojos y apretó el rostro contra su cabello. El alivio lo atravesó de golpe; Lily estaba a salvo, Gianna también. Pero Viktor seguía libre, aunque lo único que importaba era tenerlas vivas.
—Las tengo… —dijo con un tono de amor desesperado—. Y no voy a perderlas nunca más.
Se inclinó hacia ella y la besó, suave, como si confirmara que estaba ahí, que no era un sueño ni una ilusión en medio del caos. Gianna respondió y sus lágrimas se mezclaron con el beso, pero un ruido los sacó del instante.
Uno de los hombres enviados por Grayson se aclaró la garganta con incomodidad.
—No quiero interrumpir, pero debemos irnos. Grayson ya confirmó que la niña está con él… y no sabemos si Viktor puede regresar con refuerzos.
Gianna se apartó lo justo para mirar a Adler y este le sonrió con dulzura agotada, le acarició la mejilla, dejando que su pulgar trazara la línea de su rostro.
—Ella está bien, mi amor… está bien.
Ella asintió con un nudo en la garganta y luego entrelazó sus dedos y el grupo se movió con rapidez hacia la furgoneta que esperaba con el motor encendido, lista para sacarlos de allí.
Cuando llegaron, la mansión estaba iluminada, pero no con brillo festivo, sino con la sobriedad de la seguridad reforzada. Había guardias armados que patrullaban cada rincón, cámaras recién instaladas que vigilaban pasillos y accesos, y un equipo médico de confianza esperaba. Adler se había prometido que nada volvería a poner en riesgo a su hija y tampoco a Gianna.
Cuando entraron, Lily, que sostenía la mano de Grayson, tenía su carita pálida y los ojos enrojecidos, porque para su corta edad, la experiencia la había quebrado de una manera que dolía mirar. Se detuvo un segundo, paralizada al ver la figura de su padre en la puerta.
No supo qué hacer.
—Ya pasó, mi amor… —le dijo Gianna acariciándole la espalda—. Estás segura aquí y nadie volverá a lastimarte.
Adler miró la escena, conmovido, y apoyó una mano sobre la espalda de ambas, formando un círculo que no se rompía. Gianna levantó la vista hacia él y le regaló una sonrisa suave, de esas que se daban sin palabras, como promesa de que no estaban solos.
Mientras tanto, Grayson solo observaba con los brazos cruzados y el corazón encogido. Kate estaba a su lado, conteniendo las lágrimas; ninguno de los dos quiso interrumpir. Sabían que ese momento no les pertenecía.
Lo que había sido angustia y sangre horas antes, ahora era un reencuentro que devolvía aire. Lily temblaba aún, pero en los brazos de su padre y de Gianna.
Adler besó la frente de su hija.
—Mi vida… mi niña… ya estás en casa.

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