C60- ACEPTO TRABAJAR CONTIGO.
Kate apretó los dientes.
—No entiendo a qué se refiere —dijo, intentando mantener la calma.
—Oh, claro que entiendes —soltó la mujer con una risa burlona—. Eres el tipo de arribista que siempre entiende. La clase que sabe exactamente cómo manipular, cómo llorar en el momento justo, créeme, las hemos visto mil veces.
Ella tragó saliva y sintió que la sangre le hervía.
—No estoy manipulando a nadie y mucho menos a su hijo, el...
—¿No? Entonces dime por qué lo tienes tan metido en tus asuntos. Por qué lo arrastras a tu miseria. Ethan tiene una vida, una carrera, una familia que se preocupa por él. No necesitamos… esto —dijo, señalando con desprecio la oficina, a Kate misma—. No necesitamos tus dramas.
Kate se puso de pie ya no pudiendo controlarse.
—Mire, no sé quién le dio derecho a irrumpir aquí para insultarme. Pero no voy a permitir que me hable así.
La mujer la miró de arriba abajo, como si ni siquiera la escuchara.
—No quiero verte cerca de mi hijo. ¿Me has entendido bien? Quédate con tu mundo de problemas, pero déjalo fuera. Ethan tiene un futuro brillante y tú… tú solo eres un ancla, una mujer que no está a su altura.
—Senora...
—Y tampoco pretendas usar a tu hijo —continuó la mujer con su tono venenoso—, ahora resulta que no solo arrastras tus miserias, sino que traes contigo a tu hijo. Dime, ¿qué pretendes? ¿Que Ethan ocupe el lugar del hombre que te embarazó y te dejo? ¡Pues no! Quiero nietos de una mujer a quien yo apruebe, ¡no bastardos!
Esa fue la gota que colmó el vaso, y Kate dio un paso al frente, clavando la mirada en aquella mujer.
—No se atreva a hablar así de mi hijo —siseo temblando de rabia—. Oliver es un niño bueno, valiente, inteligente… y no es ningún bastardo.
La mujer rió con burla.
—Sí, claro. Lo mejor que hiciste fue dejar a mi hijo cuando lo hiciste, Kate. Y ahora... Mírate, madre soltera, arrastrando los pies, buscando lástima. Nunca fuiste suficiente, nunca te quise para Ethan, y ahora, menos.
Kate apretó los puños, iba a responder, cuando la puerta volvió a abrirse.
—¡Mamá!
Ambas se giraron y Ethan entró a pasos largos, la cara pálida y los ojos entre furiosos y decepcionados.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Lo que tú no haces, Ethan. Defenderte. Abrirte los ojos antes de que esa mujer te arrastre con ella al fondo.
—¡Basta! ¡No tienes derecho a hablarle así!
—¿No tengo derecho? ¿Olvidas que soy tu madre? —gritó ella, perdiendo el control—. Después de los años dedicados a ayudarte a construir una vida decente, ¿vas a dejar que esta… mujer, arruinada, te engañe otra vez?
—Kate no me engaña. Es la mujer que amo y estoy ayudando porque quiero. ¡Porque me importa!
—¡Te dio la espalda una vez! ¡Te abandonó sin una maldita explicación! ¡Y ahora tú… tú vas y le das dinero! ¡Dinero que no te ha costado poco ganar! ¿Estás loco?
Kate sintió como si le hubieran dado una bofetada frente a todo el bufete. Había gente en el pasillo, mirando. Algunos cuchicheaban y otros se reían, tratando de disimular.
—Y además —continuó la mujer, volviéndose otra vez hacia Kate con los ojos brillantes de rabia—, tú y tu familia estan en la quiebra. Todo el mundo lo sabe. No tienes apellido, ni respaldo, ni estatus. No eres nadie y mi hijo merece algo mejor.
—¡Mamá, ya basta! —exclamó Ethan, sujetándola del brazo—. ¡No tienes idea de lo que estás diciendo!
—Tengo toda la idea, Ethan. Y si no eres capaz de verla por lo que es, entonces lo haré yo. ¡Nunca voy a aceptarla! Nunca. Ni como la mujer que amas, ni como nada. Y si decides seguir con esto… no cuentes conmigo. Yo no voy a mirar mientras destruyes tu vida por alguien como ella.
Y sin más, giró sobre sus talones y salió de la oficina, dejando silencio y verguenza, Ethan dio un paso hacia Kate.
—Kate… lo siento, yo no sabía que iba a hacer esto. Te juro que no…
Pero ella alzó una mano.
—Tienes la solución al alcance de la mano y priorizas tu orgullo. Santo Dios… dile a Grayson la verdad —soltó, sin rodeos.
Kate negó con la cabeza y tomó un vaso de agua.
—No puedo… no puedo decírselo.
—Vaya que eres terca —Aisling bufó, pinchando su tocino con rabia—. Entonces si no vas a decirle la verdad, al menos acepta ese trabajo. Necesitas el dinero, ¿sí o no?
—Sí, pero…
—Él está dispuesto a pagarte mucho. Bien, pues pídele una cifra lo suficientemente alta como para sacar a Oliver de todo esto. Y luego no lo vuelves a ver. Yo me quedo con el niño, te mantengo informada, y tú te concentras en ese caso.
Kate se quedó callada, con la mirada fija en la mesa. Esa idea… no era una locura. No tenía que contarle la verdad. No tenía que abrir su corazón ni su pasado. Solo tenía que aceptar el trabajo, hacerlo bien, cobrar el dinero y desaparecer.
Y Oliver… Oliver tendría una oportunidad.
De repente, algo parecido a la esperanza se le encendió dentro.
—¿Sabes qué? —dijo al fin, levantando la cabeza—. Tienes razón. Creo que esa es una salida.
—Pues tómala —dijo Aisling con firmeza—. Pero hazlo ya, Kate. Oliver no necesita un “quizá”. Necesita una certeza.
Kate asintió y esa decisión se afianzó dentro de ella.
Por lo que, esa noche, lo llamo, paso un segundo, dos y entonces la voz grave y reconocible de Grayson atravesó la línea.
—¿Kate?
Ella no dudó.
—Acepto —dijo—. Acepto trabajar contigo.

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