C62-¿QUE HICISTE EN ESTOS OCHO AÑOS?
Después de que Grayson hiciera la transferencia y el mensaje de confirmación llegara al teléfono móvil de Kate, un alivio le recorrió el pecho. La mitad ya estaba en su cuenta, y eso significaba una cosa: Oliver tenía una esperanza.
No toda la solución, pero sí un comienzo.
Grayson había pedido la cena—filete para él y una ensalada con pollo para ella—y mientras pinchaba su lechuga con aire distraído, Kate hizo lo que cualquier abogada haría al sentarse con un nuevo cliente: interrogarlo.
—Y bien —dijo, cruzando una pierna sobre la otra mientras lo observaba—. Empieza desde el principio. ¿Qué pasó? Sé que tu empresa fabrica prototipos de tecnología, pero... ¿cómo es que algo así se filtra? ¿No se supone que la seguridad es lo tuyo?
Grayson tomó un sorbo de vino y se recostó en su silla. Cruzó los brazos, y ese simple gesto bastó para que Kate apretara involuntariamente los muslos. El movimiento tenso de sus bíceps bajo la camisa azul hizo que su mente volara a ese recuerdo que se esforzaba por olvidar: sus brazos envolviéndola, su respiración acelerada junto a su cuello, sus cuerpos entrelazados…
Se obligó a parpadear.
—Mi empresa se especializa en prototipos de seguridad avanzada —comenzó Grayson—. Sistemas de ciberseguridad, drones autónomos, inteligencia artificial predictiva. Estábamos a punto de cerrar un contrato multimillonario con los rusos, lo cual nos habría consolidado en el mercado global. Pero alguien filtró el diseño y ahora lo está ofreciendo una competidora directa. Y todas las malditas pruebas apuntan a que yo lo autoricé.
Kate alzó las cejas, agarró su copa y bebió un trago de vino antes de responder.
—¿Y quién se traga eso? ¿Quién, con media neurona, pensaría que te joderías a ti mismo de esa forma?
Grayson soltó una pequeña risa.
—Así es. Pero los inútiles de la junta no piensan igual. He tenido problemas con algunos de ellos y, honestamente, no me sorprendería que alguno esté detrás de esto. Quieren mi cabeza en bandeja de plata.
Kate siguió masticando, aunque su mente ya estaba conectando puntos.
—Lo primero que hay que hacer es revisar quién tenía acceso directo al prototipo. Quiero ver la lista completa. Nombres, puestos, horarios... quiero saberlo todo.
—Mi abogado estará contigo mañana —respondió Grayson sin dudar.
—Bien. Y dependiendo de lo que él tenga, decidiremos los próximos pasos. Ah, y nadie debe saber de esto, Grayson. —Clavó sus ojos verdes en los de él—. Y cuando digo nadie… me refiero a Sienna. No puedes confiar en ella, aunque sea tu novia.
Él se quedó en silencio.
Y la necesidad de corregirla se agitó en su garganta, pero se la tragó. Ella misma había dicho que esto era solo trabajo y no quería arruinarlo. Aunque por dentro ardía con ganas de decirle que Sienna nunca fue su novia, que jamás compartió su cama. Que en su vida… y en su cama, solo había estado ella, al menos desde que la conoció.
Por un momento quiso reírse de sí mismo. A ojos de todos era el empresario frío con mujeres distintas cada noche. Pero su verdad era otra: solo trabajo, noches solitarias, y una obsesión enfermiza por cumplir los sueños que su padre nunca pudo ver realizados.
—Grayson… ¿Grayson, me estás escuchando?
La voz de Kate lo trajo de vuelta.
—¿Eh? Sí, sí, te escucho. ¿Qué decías?
Kate dejó la servilleta sobre la mesa y entrecerró los ojos.
—Decía que… ya que hablamos de prototipos y traiciones, ¿quieres explicarme qué pasó con tu padre y el mío? Hace ocho años me gritaste que mi familia era una basura y… bueno, no voy a contradecirte, pero me gustaría saber. ¿Qué hizo mi padre para que nos odiaras tanto?
Grayson se tensó y, por un momento, no dijo nada. Pero luego, dejó el tenedor a un lado y apoyó los codos en la mesa. Su mirada estaba clavada en Kate, pero había algo distinto en sus ojos ahora... algo más oscuro, más personal.
—Mi padre, Elias Maxwell, era un ingeniero brillante. Junto a su mejor amigo y compañero de universidad, Reginald Langley, fundaron una empresa tecnológica especializada en sistemas de seguridad avanzados —dijo, con voz controlada, aunque cargada de resentimiento—. Y el prototipo que mi padre y el tuyo desarrollaron juntos fue robado por Reginald. Ya te lo dije…
Kate sintió una punzada de vergüenza atravesarle el pecho. Saber que su padre había sido capaz de algo así… dolía. Pero no se atrevió a decir nada.
—No solo le robó la patente —continuó Grayson, sin suavizar el golpe—. También echó a mi madre y a mi hermana de lo que mi padre ayudó a construir. Sin compasión, sin pensarlo dos veces.
Grayson no se molestó en negarlo.
—Mi madre me contó lo que pasó. Investigando, descubrí mucho más. Hice mi propia empresa, levantada desde cero. Con ayuda, claro… —su mirada se oscureció—. Y cuando pude sacar adelante los otros prototipos de mi padre, fui por el de tu familia. Me di cuenta de que todo lo que Reginald había conseguido con lo que robó, no supo aprovecharlo; me quedó claro que es un completo inútil.
Kate bajó la cabeza, no podía defender a su padre, porque todo lo que Grayson decía era verdad.
—El objetivo era tu hermana, Katerina —agregó Grayson—. Pero se fugó. Por cierto… ¿todavía vive con el entrenador?
Kate alzó la mirada, frunciendo el ceño.
—No lo sé. Hace años que no hablo con ellos. Específicamente desde que me casé contigo. Después de que te fuiste, corté relaciones con ellos, Grayson. No creas que… que fue fácil para mí tener a los padres que tengo. Solo fueron una maldita tortura.
El asintió, más tranquilo ahora.
—Lo sé. Me quedó claro ese día.
Suspiró y dejó su copa en la mesa.
—Y dime, Kate… ¿qué más hiciste en estos ocho años? Sé que te graduaste, que te convertiste en abogada. Pero… ¿Eso fue todo? ¿No… hiciste nada más?
La pregunta le cayó como una piedra en el estómago y Kate sintió un apretón en el pecho, justo ahí donde la ansiedad le hablaba en silencio.
Grayson la observó con atención, viendo cómo sus labios se entreabrían apenas… pero no salía nada. Cómo sus dedos jugaban con la servilleta sin sentido y supo que había tocado algo.
Pero no dijo nada, solo esperó a que ella hablara.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA