C63- HERMOSA MENTIROSA.
Kate no respondió enseguida. Su garganta se cerró y sus manos sudaban, pero no iba a mostrar debilidad, así que se acomodó en la silla y lo miró directamente.
—No estoy aquí para hablar de mi vida personal, Grayson. No olvides que esto es trabajo.
Fue fría, directa y Grayson arqueó una ceja, con una sonrisa ladeada.
—Fuiste tú quien empezó.
—Lo hice porque era necesario para el caso —replicó—. Pero lo que yo haya hecho o no en estos años, no cambia lo que estamos tratando aquí.
Hubo un silencio y él la observó unos segundos más, como si intentara adivinar qué estaba ocultando. Aun así, la dejó ir. Por ahora.
Kate desvió la mirada y cambió de tema.
—Dame una semana. Quiero prepararme y revisar todo con tu abogado. Lo veré, hablaré con él y evaluaré nuestras opciones.
Grayson asintió sin protestar.
—Bien, cuando estés lista.
—Entonces no hay nada más que hablar —se puso de pie y le extendió la mano.— Gracias por la cena, nos vemos en una semana.
Grayson se levantó también y tomó su mano, y en lugar de soltarla, la llevó lentamente hasta sus labios. Le dio un beso suave en los nudillos, sin apartar los ojos de ella.
Kate tragó saliva y apartó la mano como si la quemara.
—No vuelvas a hacer eso —le advirtió—. No somos nada, Grayson.
Y sin más, se dio la vuelta y se fue. Él la siguió con la mirada, sonriendo mientras la veía alejarse.
—Eres una mentirosa, Kate… una hermosa mentirosa —murmuró.
Después de dejar el restaurante, Kate condujo al hospital y apenas llegó al área de pediatría, vio a Aisling sentada en una de las bancas, tomando café. Su amiga la vio acercarse y se levantó de inmediato.
—¿Y bien? ¿Cómo te fue?
—Ya tengo la mitad —dijo—. Un millón.
Aisling abrió los ojos como platos.
—¿Te los dio así nada más?
Kate asintió.
—Es mi adelanto.
—Bueno, carajo... —Aisling soltó una risa sarcástica—. Ojalá me contrataran. ¿Dónde me apunto?
Kate sonrió un poco, pero la risa murió cuando Aisling se puso seria de repente y supo lo que vendría.
—No le dijiste nada, ¿verdad? Deberías decírselo, el está con la guardia baja, Kate. No se lo va a tomar tan mal como crees.
Kate negó con la cabeza, al instante.
—No. No puedo. Y no voy a hacerlo.
—Estás siendo injusta.
—¿Injusta? —Kate se tensó—. ¿Sabes qué es injusto, Aisling? Que te abandonen en tu primera noche de bodas y luego tengas que criar a un niño sola durante ocho años, porque su padre te odia. ¿Y ahora me dices que yo soy la injusta?
—No es eso, solo digo que...
—Oliver es mi hijo. No tuyo. ¡Mío! Así que por favor... no me digas lo que tengo o no que hacer.
Aisling se quedó helada y bajó la mirada, dolida.
—Tienes razón, lo siento. Él te está esperando —dijo finalmente, y se volvió para irse.
Kate apretó los labios, cerró los ojos un segundo.
—Aisling… Lo lamento. No quise decir eso. ¡Aisling!
—Especialmente cuando te pongan inyecciones.
El niño la abrazó con fuerza de nuevo, y luego, preguntó:
—¿Voy a morir, mami?
El mundo de Kate se detuvo y lo abrazó con más fuerza.
—No, mi vida. No vas a morir. Tú y yo vamos a pelear juntos, como siempre. Y esta vez también vamos a ganar. ¿De acuerdo?
Oliver asintió despacio, recostando la cabeza en su pecho.
—Te quiero, mamá.
—Y yo a ti, más que a nada, cielo.
Poco despues de que Oliver se quedara dormido, Kate salio en busca de Aisling, necesitaba disculparse. Mientras caminaba por el pasillo, limpiándose las lágrimas, una voz conocida la detuvo.
—¿Kate?
Se giró, y allí estaba su madre. Elegante como siempre, con el ceño ligeramente fruncido y la mirada inquisitiva.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó—. Especialmente en el área pediátrica.
El estómago de Kate se tensó.
—Yo... yo...
Antes de que pudiera inventar algo, una enfermera salió de la habitación de Oliver y habló en voz alta:
—Senora Langley, puede volver cuando quiera, su hijo esta en buenas manos.
El rostro de su madre se transformó y la miró fijamente, luego miró hacia la habitación y luego volvió a mirarla.
—¿Tu.... tienes un hijo?

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