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CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA romance Capítulo 73

C73- DEUDA PAGADA.

El almacén estaba frío, las vigas crujían y la luz entraba por rendijas sucias en franjas cortas. Veruska yacía en el concreto, con las manos atadas a la espalda y su respiración era un hilo que se iba rompiendo entre el miedo, el pánico y una rabia impotente.

—¡Esto es un error! —gritó—. ¡Yo debería estar en una prisión federal, no aquí! ¡Grayson me prometió un trato! ¡Él dijo que...!

En ese instante las pesadas puertas se abrieron con un chirrido que cortó sus palabras y la silueta de un hombre se recortó contra la luz. Él entró sin prisa, con pasos medidos; sus zapatos de cuero resonaron sobre el suelo como si marcaran el compás de la escena.

Era joven, no más de veinticinco años, pero su presencia rompía cualquier atisbo de duda: era alto, atlético, vestido con un traje caro y la miraba con ojos que parecían hielo.

Tenía el rostro de alguien que aceptaba el riesgo con la misma calma con la que respiraba.

—Tienes que acostumbrarte a este lugar —dijo, sereno, casi amable—. Será tu hogar por unos minutos.

Veruska trató de incorporarse, frenada por las ataduras.

—¿Quién eres tú? —escupió— ¡Dile a Grayson que cumpla su palabra! ¡Él me prometió protección a cambio de lo que sabía!

El hombre dejó escapar una risa corta y sin humor. Se quitó el abrigo y se acercó despacio, entonces se agachó para quedar a su altura.

—Aquí no hay ningún "Grayson" que valga —respondió—. Solo hay consecuencias. Y tú, zlyuchka (alimaña) eres una consecuencia.

Ella trató de buscar en su memoria una pista familiar, porque había algo en la línea de la mandíbula que le sonaba, pero no lo ubicó hasta que él pronunció su nombre.

—Mi nombre es Nikolay Vetrov.

Y la palabra cayó como un golpe seco.

Vetrov.

Así, un destello de esperanza torpe y verde brilló en los ojos de Veruska.

—¡Vetrov! —jadeó, arrastrándose hacia él con esfuerzo—. ¡Eres el sobrino de Viktor! ¡Ellos lo mataron! ¡Podemos vengarnos! ¡Juntos! Te doy la información, lo que quieras…

Nikolay la miró con una mezcla de desprecio y diversión antes de chasquear la lengua.

—¿Venganza? ¿Quién dijo que quiero venganza? Mi tío fue un necio, un dinosaurio que no supo manejar su poder... —deslizó un dedo por su mejilla— Por eso, su imperio no se caerá por rencores viejos. Se reinventa, además... yo hice un trato.

FLASHBACK — UNAS HORAS ANTES

En una suite de hotel, Grayson miraba la ciudad tras el vidrio sin tocar la copa de vodka que le sirvieron.

—¿Qué decidiste? —preguntó Nikolay, sin rodeos.

Saliendo del recuerdo y volviendo al almacén, el aire se llenó de una tensión distinta: ya no era una negociación posible, era una ejecución de cuentas. Nikolay se inclinó y apretó el cabello de Veruska con fuerza.

—Tú y yo... —susurró, su voz cerca del oído—. Tenemos un asunto pendiente.

Veruska jadeó, confundida y aterrada. Intentó zafarse; pero no era rival para la fuerza y determinación de Nikolay. Entonces él dijo un nombre en voz baja, y esa sí fue la última pieza del rompecabezas.

—Sunhee.

Y el nombre golpeó a Veruska con la fuerza de un puñetazo. Sunhee: era la chica de la cocina, la que trajinaba tazas de té y sonreía tímida; cuya presencia había sido invisible hasta que Veruska la convirtió en objeto de su humillación.

La mención arrancó de Nikolay un temblor contenido pero lleno de rabia.

—¿La recuerdas? —escupió—. La que te obedecía, la que lloraba sola. La que un día decidió no volver al infierno y acabó con su vida.

Veruska intentó balbucear una excusa; pero sus palabras se enredaron y sonaron vacías.

—¡Eso fue hace años! —dijo, la voz quebrada—. No fue mi culpa...

Nikolay la miró como se mira un bicho que debe ser eliminado y con la calma de quien ejecuta algo inevitable, sacó una jeringa prellenada del bolsillo de su pantalón.

—La muerte a veces es un alivio que no mereces —murmuró quitando la tapa—. Pero es el único pago que puedo cobrar.

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