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CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA romance Capítulo 82

C82- SU HIJO.

Kate no podía moverse. La puerta aún estaba entreabierta y Grayson la miraba con una intensidad que la desarmaba.

—¿Por qué no me dijiste que tenías un hijo? —No fue un reproche, fue apenas un susurro rasgado, pero cargado del dolor de una herida abierta.

Ella frunció el ceño y fue entonces cuando lo entendió. Él sabía, sabía de Oliver. Pero no, no sabía toda la verdad y pensaba que era de otro hombre.

Eso le dolió más de lo que esperaba.

Grayson bajó la mirada por un segundo, como si le costara sostenerla y las palabras salieron amargas.

—No tenía sentido ocultármelo, Kate. No cuando está enfermo… No, cuando tú estás pasando por esto sola —levantó los ojos, y la tristeza que traía en el rostro era palpable—. Yo no soy nadie para juzgarte. Ni siquiera me atrevería. Porque he sido un imbécil, uno que ha cometido errores… probablemente siga cometiendo más. Pero si me hubieras pedido ayuda, si me lo hubieras dicho, habría hecho lo que fuera.

Hizo una pausa y su voz se quebró, apenas, pero lo suficiente para mostrar su dolor.

—Porque aunque odio al hombre que te dio un hijo y me robó el sueño de tenerlo contigo, él no tiene la culpa. Ese niño, ese niño es inocente.

Grayson tragó saliva y sus ojos ya estaban rojos.

—Y a pesar de todo… mi intención sigue en pie. Aún quiero un futuro contigo, Kate. Aún quiero luchar por esto y lo quiero con él, con tu hijo.

Las palabras le abrieron una herida tan profunda a Kate que sus labios temblaron, sin poder contenerlo. No lo esperaba. No después de todo. No después del silencio, de la distancia, del orgullo.

Pero ahí estaba, frente a ella, poniendo su corazón en las manos. Sin juicios y sin condiciones.

Sus ojos se humedecieron y soltó un pequeño sollozo, bajando la cabeza. El pecho le ardía, como si por fin algo que había contenido demasiado tiempo comenzara a liberarse. Al mismo tiempo, él dio un paso hacia ella, con los ojos clavados en los suyos, alzó una mano temblorosa y le sostuvo el rostro con suavidad.

—Kate… no me importa quién sea el padre —susurró—. Si es tuyo… entonces yo lo amaré como si fuera mío.

Ella cerró los ojos un segundo, disfrutando de su caricia, y cuando los abrió, una lágrima cayó por su mejilla.

—Aún no lo entiendes…

Grayson tragó y su pecho se alzaba con ansiedad.

—¿Entender qué, Kate? ¿Que en mi ausencia… tú…?

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