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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 449

Sía apretó el celular y, en medio de su extrema indignación, de repente recordó a una persona: el chofer de Adela. Cuando Sira se hizo pasar por la novia de Nicolás para buscar problemas a Celia usando la influencia de Adela, fue ella quien le consiguió la ayuda de ese chofer. Aunque también lo despidieron por lo sucedido, él mantuvo muy bien el secreto porque había recibido el dinero.

Seguramente ya casi se le habría acabado ese dinero… Al pensarlo, Sía recuperó de inmediato la confianza.

***

Al día siguiente, mientras Celia y Ana almorzaban en el comedor, percibieron las miradas evidentes de quienes las rodeaban. Ana también pareció notarlo.

—¿Nos están mirando?

Celia revolvió despreocupada el arroz con su cuchara y se encogió de hombros.

—Parece que sí. No les hagas caso. Come.

—¿En serio? ¿La doctora Sánchez ya está casada?

Celia escuchó los cuchicheos de las personas en una mesa cercana. Detuvo su movimiento y dejó de comer.

—Sí, y aun así anda de coqueta con el doctor Gómez. ¿Lo sabrá su marido?

—Quién sabe. Quizás le gusta la emoción de ser infiel.

—Oigan, ¡ustedes!

Ana se puso de pie de un salto, pero Celia la sujetó del brazo y Ana tuvo que contener sus palabras. Les lanzó una mirada furiosa a las enfermeras y volvió a sentarse.

—¡No saben nada y solo les encanta chismorrear!

—No es necesario explicarles —Celia hizo una pausa y sonrió—. Después de todo, criticar a la espalda no requiere usar el cerebro.

Ana rio por esta frase. Aunque Celia no habló en voz alta, esas personas podían oírlas. Sus caras se palidecieron al instante, pero no podían quejarse. Después de todo, habían estado hablando mal de Celia primero y la interesada las había escuchado.

***

—Si no lo explica con claridad, ¿cómo voy a saber a qué se refiere? Debe tener pruebas para acusarme. Si ni siquiera puede especificar de qué asunto se trata, hay alguien que te mandó aquí, ¿cierto?

Celia observó a la mujer, y, al ver los detalles de culpabilidad en su expresión, entendió al instante lo que había sucedido detrás de esto. Después de todo, había pasado tanto tiempo desde lo ocurrido, ¿por qué eligió justo hoy para armar un escándalo en su oficina? Era imposible que fuera una coincidencia. Como era de esperar, la mujer evitó sus palabras con rabia.

—¡Deja de decir bobadas! ¡Total... total…! ¡A mi marido lo despidieron por culpa de que tú y el joven señor Gómez anden en malos pasos! ¡Ya estás casada y aun así sin importarte sedujiste al esposo ajeno! ¡Eres una mujer indecente! ¡Una vergüenza para todas las mujeres!

¿Que ella era indecente? Cuando su esposo andaba de cariñoso con su antiguo amor, ¿por qué a nadie se le ocurrió decir que era un hombre indecente? Celia rio de exasperación.

—La decisión de la familia Gómez de despedir a tu esposo no tiene nada que ver conmigo. Después de todo, por la culpa de tu esposo, casi perdí mi mano. Ya es mucho que no lo haya demandado por conspirar con Sira. Y sí, tengo esposo. Incluso si me divorcio de mi esposo, el doctor Gómez y yo...

Hizo una pausa de unos segundos y añadió impasible:

—Solo seríamos amigos.

Dylan y Nicolás llegaron justo en ese preciso momento y escucharon todo.

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