Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 341

Arturo observó el pequeño y serio rostro de Carolina, donde hasta sus cejas se fruncían de pura concentración, y no pudo evitar girar la cabeza y reírse bajo.

Carolina, que aún seguía luchando todo el camino, no se rendía:

—¡Tío, eres un desalmado! ¡Eres malo! ¡Eres un sinvergüenza! ¡Suéltame ya!

Como apenas acababa de empezar el preescolar en el país, Carolina todavía no manejaba muchas palabras. Esas pocas frases eran lo mejor de su repertorio.

—Gracias por el cumplido —le respondió Arturo, de muy buen humor, sin molestarse en lo más mínimo.

Joana no pudo evitar reírse también ante la escena.

Vaya par de personajes estos tío y sobrina.

Ya en el edificio de departamentos, Arturo finalmente bajó a Carolina.

De inmediato, la niña se refugió al lado de Joana, lanzándole a Arturo una mirada llena de desconfianza.

—¡Señorita bonita! ¡El tío es un villano! ¡Debemos mantenernos lejos de él! ¡Caminemos rápido!

Arturo seguía en la entrada, sacudiendo el paraguas.

Sin pensarlo, Carolina jaló la mano de Joana y la llevó directo al elevador.

Joana, resignada y divertida, la acompañó a subir sin protestar.

Qué ternura de niña.

Como si compartir el elevador fuera tan sagrado como ir juntas al baño en la escuela: una forma de hermandad inquebrantable.

Pero los adultos no se ponen tristes por cosas tan simples como no subir juntos en el elevador.

...

En el carro, Ezequiel estaba a punto de arrancar para regresar a casa cuando, de repente, recibió una llamada de Arturo pidiéndole quedarse a trabajar horas extra.

Con voz temblorosa, Ezequiel preguntó:

—¿Por qué?

—No me esperó para subir juntos al departamento.

En ese momento, Ezequiel escuchó la voz más distante y cortante que jamás había oído.

Apenas colgaron, Ezequiel se desplomó sobre el volante, llorando desconsolado.

[¡¿Por qué, señorita Joana?! ¿Por qué no pudo esperar al señor para subir juntos?!]

...

Ya en el edificio, Joana bajó del elevador tomada de la mano de Carolina, cuando de pronto estornudó.

Carolina reaccionó de inmediato:

—¡Señorita bonita, alguien está pensando en usted!

Joana sonrió:

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