Anoche, cuando Cecilia llamó, Fabián ya debía de tener muchas ganas de ir. Solo que, como el anciano insistió en que tenía que quedarse a dormir, Fabián consideró hasta cierto punto los sentimientos de su padre.
Pero la realidad fue que, aun así, antepuso a Frida.
El titular y las fotos habían desatado un torbellino de comentarios entre los internautas.
"Ya tienen una hija y siguen con su romance secreto. ¿Acaso los ricachones no quieren asumir responsabilidades? Ni una boda le ha dado".
"¿Y a quién le importa la boda? A mí que me mantenga así y le lavo la ropa toda la vida. ¡Es el tipo de hombre que todas queremos!".
"¿De verdad esto es noticia? ¿A nadie le importan los problemas de la gente común y corriente?".
"¡No me interesa!".
Los comentarios eran de todo tipo: algunos de envidia, otros de desprecio; unos criticaban la supuesta irresponsabilidad de Fabián, otros decían que era una exageración…
Pero a Belén, nada de eso le afectaba ya. Todos sabían que Fabián tenía un "gran amor", pero nadie imaginaba que la mujer que todos conocían no era su esposa.
Guardó el celular justo cuando el abuelo entraba a la sala desde el jardín trasero. Al ver a su nieta política, los ojos del anciano se iluminaron.
—Belén, ¿hoy no tienes mucho trabajo?
Normalmente, el abuelo desayunaba solo. Le encantaría tener compañía, pero sus hijos siempre estaban ocupados y rara vez volvían a casa.
Belén se levantó y le sonrió.
—Buenos días, abuelo. Todavía es temprano, así que me quedo a desayunar contigo antes de ir al hospital.
Comprendía la soledad del abuelo y quería hacer lo poco que podía por él.
El anciano, visiblemente contento, no paraba de halagarla por ser tan considerada. De repente, miró a su alrededor y, al no ver a Fabián, frunció el ceño.
—¿Y Fabián?
Belén titubeó un instante.
—Se fue a la empresa —mintió—. Dijo que tenía una junta muy importante.
Después de cinco años de matrimonio con Fabián, se había acostumbrado a las burlas de Mariana. Antes, por mantener la paz, evitaba confrontarla. Pero las cosas habían cambiado.
Mariana la rodeó, estudiándola de arriba abajo, y luego, con los dientes apretados, le espetó:
—No creas que porque el viejo te protege puedes pasarte de lista conmigo.
—Descuida —respondió Belén con una calma glacial—. Ni se me ocurriría. No es muy agradable pisar mierda.
Mariana, acostumbrada a la sumisión de Belén, se quedó desconcertada por su insolencia. Le pareció, por un momento, que había descubierto una nueva faceta de ella. Sin embargo, no le dio mayor importancia y, con un aire de superioridad, le soltó su amenaza:
—Si no eres capaz de darme un nieto, haré que Fabián se divorcie de ti.
La amenaza estaba cargada de una arrogancia y una certeza de victoria que, en otro tiempo, habrían hecho temblar a Belén. Pero ahora, ella simplemente la miró con una sonrisa serena.
—Si de verdad tienes el poder para hacerlo, te invito a comer.
El divorcio era, después de todo, lo que ella más deseaba.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....