Fabián hablaba mientras Edgar y Frida permanecían detrás de él, atentos a cada palabra.
Al escuchar la mención de “esposa”, Edgar no pudo evitar mirar de reojo a Frida, quien también lo observó por un instante.
Sus miradas se cruzaron, llenas de preguntas sin respuesta, pero ninguno se atrevió a romper el silencio.
De repente, Fabián mencionó a Belén, lo que dejó a Edgar bastante confundido. No era un secreto que Fabián no sentía amor por su esposa, así que esa súbita referencia, y más aún en un tono tan directo, resultaba desconcertante.
Frida bajó la cabeza, apretando los labios con fuerza. Edgar, con solo una mirada, comprendió perfectamente lo que pasaba por su mente.
Pero él ya tenía decidido que apoyaría a Frida, que estaría de su lado para que algún día fuera la esposa de Fabián.
Después de hablar de los regalos, Fabián no volvió a tocar ningún otro tema.
Edgar los acompañó hasta la salida de la mansión Guzmán, y solo cuando los vio subir al carro se dio la vuelta y regresó.
El conductor iba al volante, mientras Fabián y Frida ocupaban los asientos traseros. Desde que subieron al carro, no cruzaron palabra alguna.
Fabián mantenía la cabeza gacha, distraído, tecleando en su celular como si revisara algo, aunque era evidente que ni él mismo sabía qué buscaba.
Frida notó la falta de atención de Fabián y, sin poder evitarlo, lo llamó con suavidad:
—Fabián.
Él giró la cabeza para mirarla, y le preguntó en un tono sereno:
—¿Qué pasa?
Frida no se atrevió a mencionar nada de lo que Noelia había dicho hace un momento. Se limitó a decirle:
—Hoy no voy a ir a la Mansión Armonía. Estos días quiero regresar a casa.
No explicó sus motivos ni entró en detalles.
Fabián tampoco preguntó más, apenas asintió y respondió:
—Está bien.
Frida sintió que Fabián no estaba de buen humor. Empezó a preguntarse si sería por los comentarios de Noelia, así que, con algo de timidez, se animó a tantear el terreno:
—Fabián, cuando regrese… ¿vendrías por mí?
Fabián la miró y esbozó una sonrisa leve:
—Claro.
No era un hombre de muchas palabras y su actitud solía ser distante, pero Frida entendió que el simple hecho de que aceptara ir por ella significaba que no se había molestado por lo que dijo Noelia.
Tal vez ni siquiera le había dado importancia a esas palabras.
O tal vez, al no darles importancia, también les daba la razón.
Frida seguía sumida en sus pensamientos cuando Fabián le preguntó de pronto:
—¿Cuándo te vas?
Frida tardó un segundo en reaccionar antes de contestar:
Al mismo tiempo, preguntó a Camila:
—¿Ha venido la señora?
Al escuchar la pregunta, Camila frunció el entrecejo y negó con la cabeza:
—No, ya tiene bastante que la señora no viene por aquí.
Desde que la madre de Edgar fue operada, Belén no había vuelto.
Fabián arrugó la frente, y aunque ya se lo imaginaba, insistió:
—¿Y en la mañana? ¿Tampoco vino?
Camila lo miró y volvió a negar:
—No, tampoco.
Cecilia dejó sus juguetes a un lado y levantó el rostro para mirar a Fabián:
—Papá.
Fabián le devolvió una sonrisa, se sentó frente a ella y tomó su pequeña mano entre las suyas.
Entonces le preguntó con suavidad:
—Cecilia, ¿mamá te ha llamado?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....