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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 2

O quizás, ya se había acostumbrado.

Cada vez que se veían, la prisa de Fabián era para poder ir a ver a la otra mujer cuanto antes.

Pero, pensándolo fríamente, mientras Fabián estuviera dispuesto a que fuera ella quien diera a luz al niño que heredaría el negocio familiar, nadie podría arrebatarle su puesto como la señora Rojas.

Solo que el trago amargo de aquel matrimonio a medias, tendría que pasárselo ella sola.

Un mes después.

A las siete de la tarde, Belén, con el resultado positivo de la prueba de embarazo recién salido en la mano, se apresuró a regresar a la Vivienda Vista Clara.

Justo cuando estaba a punto de entrar a la sala, escuchó la voz de su suegra, Mariana: —Fabián, ya tienes treinta y dos años. Llevas cinco años casado, y que tuvieras una niña la primera vez, pase. ¿Pero el segundo embarazo? Lo tratas con una indiferencia que no entiendo. ¿Viniendo a casa una vez al mes? ¿Cómo esperas que Belén se quede embarazada así? Si de verdad no te funciona, deja que la mujer que tienes por fuera te dé un hijo. Con que sea varón, con que sea de la sangre de los Rojas, yo, Mariana, lo reconoceré.

La respuesta de Fabián fue casi inmediata, rechazando la propuesta de su madre: —¡No es lo mismo!

Mariana, conteniendo su enojo, replicó: —¿Y por qué no?

Belén retrocedió un paso, quedándose a un lado. El hecho de que Fabián la defendiera le provocó una pequeña punzada en el corazón.

Era cierto. Por mucho que Fabián se divirtiera fuera, su esposa era solo ella.

Pronto, la voz de Fabián volvió a sonar: —Mamá, ¿acaso olvidaste que Belén sufrió una embolia de líquido amniótico cuando nació Cecilia?

Al oír esto, Mariana se enfureció aún más: —¡Todavía tienes el descaro de mencionarlo! ¡Qué mala pata la nuestra, haber metido a una mujer de tan mala suerte en la familia Rojas! Otras tienen cuatro o cinco hijos sin ningún problema, ¡y esta Belén tan delicada! Tuvo un solo parto y nos tuvo en las noticias de todo el país por tres días. ¡Qué vergüenza!

Fabián no pareció prestar atención a las quejas de Mariana sobre Belén. Simplemente explicó: —Tener un hijo es un riesgo enorme. Belén ya pasó por eso una vez, tiene la capacidad de soportar la presión, pero Frida todavía es joven. No tengo el valor de someterla a un riesgo así.

Desde la puerta, las palabras de Fabián golpearon a Belén como un rayo. Se quedó paralizada, sin poder llorar.

Apretó con fuerza la prueba de embarazo. Ya era hora de ponerle fin a todo.

Hoy se suponía que era el día mensual para intentar concebir al segundo hijo, pero en ese momento, Belén sintió que ya no tenía ningún sentido.

Resultaba que el corazón realmente podía morir en un instante.

Y el niño que llevaba en su vientre… supuso que ya no era necesario que naciera.

Si a nadie le importaba su vida, al menos ella debía cuidarse a sí misma.

Justo cuando iba a darse la vuelta para irse, la empleada, Jimena, la vio: —Señora, ¿ya regresó?

Belén le sonrió a Jimena. Pensó que sería mejor zanjar el asunto del divorcio hoy mismo.

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