De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 326

Edgar fue el que menos pudo contenerse de ese grupo. Golpeó su copa de vino contra la mesa, produciendo un sonido agudo y estridente.

Al mismo tiempo, le espetó a Esteban:

—¿Qué pasa, abogado Esteban? ¿Le da envidia que a los demás les vaya mejor que a usted?

Esteban era un hombre razonable y no se inmutó por la ira de Edgar. Lo miró con calma, y justo cuando se disponía a responder, Mateo a su lado soltó un bufido con más fuerza.

—Cuidado, señor Guzmán, no hable antes de tiempo. Que les vaya bien o mal todavía está por verse. Si se enemista con nuestro Esteban, no vaya a ser que, cuando su empresa tenga problemas de capital, venga rogando que los represente en un juicio.

Edgar, al oír las palabras de Mateo, se rio con desdén varias veces.

—Ja, Mateo, ¿estás bien de la cabeza? ¿Crees que yo, Edgar, necesitaría que él me defienda? Prefiero ir a la quiebra, prefiero morirme antes que pedirle que me represente en un juicio.

Mateo se recostó en su silla sin prisa, cruzó las piernas y le recordó con un tono despreocupado:

—Si no me equivoco, su mujer se sometió a una cirugía cerebral hace poco, ¿verdad? Y para encontrar a alguien que la operara, el señor Guzmán tuvo que rebajarse bastante, ¿no? ¿O es que ya se le olvidó lo patético que se veía?

Al oír esto, el rostro de Edgar palideció al instante.

—Mateo, tú…

Mateo entrecerró los ojos de repente y preguntó con voz grave:

—¿Yo qué? ¿Acaso he dicho alguna mentira?

Edgar, al verse acorralado, instintivamente agarró una copa de vino con la intención de arrojársela a Mateo.

Pero en ese momento, Tobías, que había permanecido en silencio protegiendo a Belén, intervino.

—¿Qué pasa? ¿El señor Guzmán quiere arruinarle la fiesta de cumpleaños al señor Orlando?

Edgar no le temía a Mateo, ni a Tobías, pero ese día estaban allí como invitados a la fiesta de Orlando.

Si armaban un escándalo, los únicos que quedarían mal serían ellos.

Tras sopesarlo, Edgar bajó lentamente la copa de vino tinto que había levantado.

Se sentó, tragándose su ira, sintiéndose profundamente frustrado.

Tobías, al retirar la mirada, la dirigió hacia Fabián.

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