De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 341

Después de irse de la Mansión Armonía, Belén condujo hasta un parque cercano.

El corazón le dolía como si tuviera una espina clavada. Todo por la necedad de Cecilia y porque a Fabián no le importaba su salud.

Quería arrancarse esa espina, pero no sabía cómo.

Se sentó en una banca y, cubriéndose el rostro, rompió a llorar en silencio.

Podía ignorar a Fabián, pero Cecilia era tan pequeña… Si no la educaban bien, se iba a descarriar.

Además, sus horarios irregulares afectarían su salud.

Pensar en todo eso le oprimía el pecho.

El viento de la noche era helado, pero el corazón de Belén lo estaba aún más.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que un par de zapatos se detuvieron frente a ella.

Belén se sobresaltó y levantó la vista de inmediato.

Lo que vio fue el rostro de Guillermo, con una ligera sonrisa dibujada en los labios.

Solo que esa sonrisa le revolvió el estómago.

Al verlo, se levantó de un salto para irse.

Guillermo se le adelantó, bloqueándole el paso.

—Señorita Belén, es muy tarde para que ande sola por aquí. ¿Necesita que la lleve?

Belén lo ignoró e intentó rodearlo para seguir su camino.

Justo cuando pasaba a su lado, Guillermo la agarró del brazo.

Belén forcejeó para soltarse, pero al no conseguirlo, lo fulminó con la mirada.

—Tengo mi propio carro, no necesito tu falsa amabilidad.

Guillermo bajó la vista hacia los ojos enrojecidos de ella y preguntó, como si no entendiera.

—¿Tanto me odias?

Belén soltó una risa amarga.

—¿Y qué esperabas? ¿Que me gustaras?

Sus palabras le hicieron gracia. Al reír, se le marcaron unas finas arrugas en las comisuras de los ojos, que brillaban con una intención perversa.

—Total, a Fabián le gusta Frida. Si quieres que me gustes tú, por mí no hay problema.

Al oírlo, Belén estalló.

—¡Suéltame, desgraciado!

Pero él, en lugar de soltarla, le apretó la mano con más fuerza y, aprovechando el impulso, intentó rodearle la cintura.

Al ver que intentaba sobrepasarse, ella le gritó:

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