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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 76

La verdad es que tenía una buena base, pero después de tener a Cecilia, descuidó su apariencia. Fabián la veía la mayoría de las veces desarreglada y con el pelo revuelto.

Frida, en cambio, siempre estaba perfectamente maquillada, con un atuendo diferente cada día.

Al menos durante el tiempo que la estuvo espiando, cada video de Frida mostraba un aspecto distinto.

Dulce, atrevida, sexi, intelectual, adorable…

Tenía tantas facetas.

Belén incluso pensó que si fuera un hombre, probablemente también caería rendido ante el encanto de Frida.

—¿Belén? —la llamó Dolores, sacándola de sus pensamientos.

Al volver en sí, Belén sonrió.

—Sí, me veo mucho mejor.

Dolores le dio una palmadita en el hombro.

—Arréglate más, anímate más. Lo que has perdido, en realidad, no importa.

Belén sonrió.

—Sí, lo sé.

—Bueno, voy a arreglarme —dijo Dolores—. Salimos a las ocho.

A las ocho en punto, las tres salieron puntualmente de la Mansión Soler.

Al llegar a la escuela, el lugar ya era un hervidero de gente, con innumerables padres y niños disfrazados.

Rosario, al ver a sus compañeros, señaló con orgullo a las dos mujeres detrás de ella.

—Esta es mi mamá y esta es mi tía, ¿a que son guapas?

Después de presumir así por un rato, la maestra anunció que se reunieran.

Los padres también fueron sentándose gradualmente según las indicaciones de las maestras.

Una vez que comenzó el evento, cada clase presentó un baile diferente.

Belén, sentada entre la multitud, no pudo evitar buscar a Cecilia con la mirada.

Cada clase bailó. Como los niños eran muy pequeños, aunque hubo algunos contratiempos, en general, lograron completar sus presentaciones.

Cecilia también bailó. Aunque hoy estaba maquillada, solo llevaba una simple colita de caballo sin adornos en el pelo. Sin embargo, parecía estar de buen humor, sonriendo todo el tiempo.

Justo cuando estaba a punto de levantarse para acompañar a Cecilia, Dolores la detuvo del brazo y le hizo un gesto con la cabeza hacia la derecha.

Belén miró en esa dirección y vio a Frida con un vestido de alta costura, unos carísimos tacones y, detrás de ella, varias personas cargando un piano.

Cecilia, al ver a Frida, gritó emocionada:

—¡Señorita Frida, por fin llegaste!

Frida, con sus tacones, atravesó la multitud, subió al escenario y tomó la mano de Cecilia.

Varios trabajadores colocaron el piano, le acercaron una silla y Frida, después de acariciar la cabeza de Cecilia, se sentó frente al piano.

Cecilia se colocó en posición, lista para bailar al ritmo de la música de Frida.

Frida cerró los ojos y, después de un momento de preparación, sus dedos se posaron sobre las teclas. Inmediatamente, una melodía de piano celestial llenó cada rincón de la escuela.

Y Cecilia, con su vestido de princesa, comenzó a bailar al compás de la melodía.

La música del piano era nítida y conmovedora, pero la pequeña Cecilia no tenía formación en danza y no podía expresar esa esencia.

Pronto, sus pasos se desordenaron y su baile se volvió torpe.

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