Dejé el Pasado y Volví a Brillar al Piano romance Capítulo 5

La luz cálida y dorada de la tarde se colaba por la ventana, bañando la sala en un resplandor suave. Sobre la mesa, las palabras “Acuerdo de divorcio” resaltaban con fuerza, como una herida abierta que nadie se atrevía a tocar.

Florencia se sentó al otro lado del sofá, con la espalda recta y la mirada fija en el hombre frente a ella. Observaba cómo el rostro de Salvador cambiaba de expresión: ahora serio, ahora esquivo, como si estuviera luchando consigo mismo. Sin prisa, Florencia le soltó, con voz serena:

—Si no tienes problema, te pediría que firmes aquí, señor Fuentes. Yo dejo mi lugar como esposa, así tu amante puede entrar en escena sin esconderse. Todos contentos, ¿no crees? No hay motivo para que lo sigas pensando, señor Fuentes.

Salvador no se movió ni un centímetro. Florencia, sin perder la calma, buscó una pluma y se la puso directamente en la mano.

Pero Salvador la sorprendió. Sujetó su muñeca con firmeza y la presionó contra la mesa. Se inclinó sobre la mesita de centro, acercándose tanto que Florencia pudo ver su propio reflejo en sus ojos.

Estaban tan cerca que la imagen de ella misma, seria y decidida, se dibujaba perfectamente en sus pupilas.

—¿En qué momento dije yo que quería divorciarme, Florencia? —le soltó Salvador, su voz baja y cargada de tensión.

Florencia respiró hondo, sin apartar la mirada.

—Mira primero el acuerdo. Te conviene por todos lados. Eres un hombre de negocios, sabes que esta clase de trato no se da dos veces. Solo tienes que firmar…

—Florencia, nunca he aceptado el divorcio —la interrumpió Salvador, tajante.

Soltó su muñeca, se rio con desdén y empujó de vuelta el acuerdo de divorcio hacia ella.

—Te vas sin nada, ¿de verdad crees que eso te hace noble, te eleva ante todos? Pues te tengo una noticia: jamás he pensado en divorciarme, así que tu jugada no me sirve de nada.

Ignorando la reacción de Florencia, Salvador se giró hacia la cocina y levantó la voz:

—Emilia, calienta estos platillos y tráeselos a la señora, por favor.

Florencia miró el documento frente a ella, las palabras seguían ahí, pesadas. Respiró hondo y agregó:

—Si no te convence este acuerdo puedes pedir que te redacten otro. Mientras me dejes la casa de Villa Los Alamos, el resto me da igual.

Capítulo 5 1

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