Entrar Via

Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1020

[Cuando regrese te invito a cenar.] Micaela respondió de inmediato.

[Perfecto, te espero a la vuelta.] Anselmo contestó casi al instante.

Micaela volvió al estudio, dejó el celular a un lado y encendió la computadora para revisar los correos. La semana siguiente, el lunes, Damaris empezaría su tratamiento de inyecciones. Su caso era grave y requería que evaluaran todos sus datos médicos.

A eso de las siete, Sofía subió por el pasillo.

—Señora, la cena ya está lista.

—Sofía, ¿puedes bajar a llamar a Pilar? —le pidió Micaela, sin intención de bajar ella misma.

Sofía sonrió.

—Claro que sí.

Sin embargo, se quedó parada en la puerta, como si quisiera decir algo más.

Micaela la miró de reojo, adivinando sus intenciones, y arrugó la frente.

—No hace falta que lo invites a subir.

Sofía se congeló un segundo, pero asintió.

—De acuerdo, señora.

Unos minutos después, la voz de Pilar se escuchó desde la sala. Micaela bajó para acompañar a su hija durante la cena.

Mientras se sentaban, Pilar soltó:

—Mamá, Pepa sigue en casa de papá.

El ceño de Micaela se frunció, pero contestó:

—Más tarde iré por Pepa.

—Pero papá está solo. Quiero que Pepa se quede con él. Mamá, déjala allá, ¿sí? —Pilar le tomó la mano, suplicando por su papá.

Micaela suspiró, resignada ante la petición de su hija.

—Bueno, está bien. Pero primero, a comer.

Después de cenar, Micaela subió otra vez a trabajar. Pilar, inquieta, le pidió a Sofía que la bajara de nuevo y estuvo jugando hasta las nueve de la noche. Cuando Micaela bajó al recibidor para buscar a su hija, escuchó la voz de Pilar tras la puerta.

Abrió y vio a Gaspar subiendo de la mano con Pilar. Pepa no estaba con ellos.

—Por favor, sube a Pepa —le pidió Micaela, un poco fastidiada. Pepa era su mascota y no le gustaba la idea de prestarla.

—Mamá, tú dijiste que Pepa podía quedarse con papá —reviró Pilar, mirándola con sus ojos grandes y redondos.

Micaela dudó. Antes de cenar, sí había aceptado, aunque sin pensarlo mucho. Buscó una excusa.

—En casa de tu papá no hay cama para Pepa.

—¡Sí hay! El señor Enzo le llevó una cama bonita y a Pepa le encanta —dijo Pilar, feliz.

Micaela sintió un nudo en el pecho. No era momento de discutir delante de su hija, así que sólo alcanzó a decir:

—Está bien.

—Papá, buenas noches —se despidió Pilar de Gaspar, saludándolo con la mano.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Divorciada: Su Revolución Científica