Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1060

En la sala de reuniones, Ángel explicó el último avance en la salud de Damaris. Debido a su edad y a que ya padecía una enfermedad crónica, su recuperación requería ajustes continuos, pero todo indicaba que iba mejorando.

—Tengo una lista de datos aquí. Estos puntos clave coinciden mucho con la secuencia de la señora Ruiz —comentó Micaela mientras abría su laptop. Gaspar se levantó de inmediato y se acercó, tanto, que sus hombros casi se tocaban.

Micaela arrugó las cejas y se recargó en la silla antes de seguir hablando.

—Necesito más muestras para comparar.

—Yo me encargo de pedirle que coopere contigo —soltó Gaspar con voz grave.

Fue entonces cuando el celular de Ángel sonó. Él lo tomó y, haciendo un gesto de que debía salir a contestar, abandonó la sala.

Ahora solo quedaban dos en la oficina. Gaspar ladeó la cabeza, observando de cerca el perfil de Micaela. Su mirada intensa recorría su rostro, deteniéndose en sus labios, como si se aferrara a esa imagen.

Mientras tanto, Micaela seguía absorta en la pantalla, su cabeza llena de números y dudas. De repente, su celular vibró sobre la mesa con una nueva notificación.

Al acercar el rostro al teléfono, el reconocimiento facial se activó de inmediato. El mensaje apareció.

[Mañana, nos vemos en Ciudad Arborea. Terminando aquí, podré ir.]

El remitente: Anselmo Villegas.

Los ojos de Gaspar apenas se contrajeron, pero no pasó desapercibido. Se quedó mirando ese mensaje, sintiendo una opresión en el pecho.

Micaela tomó el celular y respondió sin dudar:

[Ok, te espero.]

Casi en el acto, Anselmo respondió.

[La vez pasada nos vimos tan rápido que olvidé darte tu regalo. Esta vez te lo llevo.]

Al recordar que él había mencionado unos zafiros en su último encuentro, Micaela respondió:

[Perfecto, cuídate en el camino.]

Gaspar, apoyado en la mesa, se aflojó la corbata con los dedos, tragando saliva, tratando de mantener la compostura.