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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1149

—¿Qué? ¿Por qué haría algo así? ¿En qué momento le hicimos algo? —preguntó la señora Báez, igual de impactada e incrédula.

—Y yo que lo trataba como a un futuro yerno… Resulta que nos estaba apuñalando por la espalda —dijo Néstor con el pecho agitándose violentamente. Todo el respeto y los halagos que antes sentía por Gaspar se habían convertido en puro odio y rabia.

Pensándolo bien, que Gaspar lo hubiera ayudado a cotizar en bolsa y luego con las inversiones en el extranjero… cada paso parecía una trampa cuidadosamente diseñada. Todo había sido un plan suyo desde el principio para llevar al Grupo Báez a la quiebra.

—¿Cómo pudo ser el señor Ruiz? Si él y Samanta… —Los ojos de la señora Báez brillaron con una furia intensa—. ¿Será que esa maldita mocosa lo convenció de hacer esto?

Fue entonces cuando Néstor pensó en esa hija, su hija ilegítima, la que había sido el puente entre la familia Báez y Gaspar.

Néstor tomó su saco y salió de la casa. Tenía que ir a preguntarle, a aclarar qué clase de rencor había entre ella y Gaspar. Si lograba solucionarlo, quizá todavía habría una oportunidad de que Gaspar los dejara en paz.

Detrás de él, la señora Báez gritaba y maldecía.

—¡Ay, Dios mío! ¡Qué ave de mal agüero! ¡Nos trajo la ruina a esta casa!

—¡Mamá! ¿Qué pasa?

—¡Lara, rápido, llévale el carro a tu papá! ¡Estuvo bebiendo! —La señora Báez empujó a su hija, que acababa de bajar, hacia la puerta.

Lara corrió a la cochera y vio a su padre subiéndose al carro. Se acercó y lo detuvo.

—Papá, a donde sea que vayas, yo te llevo. Bebiste.

Néstor abrió la puerta del asiento trasero.

—A casa de Samanta.

Al ver la expresión de su padre, que iba dispuesto a pedir explicaciones, Lara dijo de inmediato:

—Está bien, yo te llevo.

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