Entrar Via

Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1150

La voz de Micaela resonó en su cabeza: «Gaspar usó lo que le sobraba para pagarte por tu juventud perdida y tu salud deteriorada. ¿De qué te sientes tan orgullosa?».

La expresión de admiración de Samanta se transformó de inmediato en una de resentimiento y amargura.

Miró las seis deslumbrantes joyas frente a ella, pero ahora las sentía frías y punzantes.

Esas joyas no podían considerarse regalos. Eran el pago de Gaspar por sus servicios.

También eran los simples accesorios para su teatro frente a Micaela y las medallas de su vanidad.

Justo en ese momento, alguien llamó a la puerta. Samanta miró la hora. ¿Quién podría ser tan tarde?

Cuando Samanta llegó al interfón de la sala y vio quién estaba afuera, se quedó helada por unos segundos. ¿Por qué había venido su padre?

—Samanta, sé que estás en casa. Abre la puerta —se escuchó la voz irritada de Néstor a través del video.

Samanta se dio la vuelta y corrió escaleras arriba. Apresuradamente, recogió todas las joyas de la mesa, las abrazó y las llevó a su habitación. Después de meterlas en el armario, se arregló la ropa y bajó a abrir.

Al abrir la puerta, vio que detrás de Néstor estaba Lara. Su expresión se agrió de inmediato.

—Papá, ¿qué hacen aquí a estas horas de la noche?

Néstor, con el rostro sombrío, le dijo:

—Entra, tengo que preguntarte algo.

Samanta se cruzó de brazos, le lanzó una mirada de fastidio a Lara y siguió a su padre hacia la sala. Sirvió dos vasos de agua del dispensador, pero Néstor sacó un cigarro y comenzó a fumar. Después de unas cuantas caladas, levantó la vista y la clavó en su hija mayor con una expresión lúgubre.

Samanta se sintió un poco intimidada por su mirada.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Divorciada: Su Revolución Científica