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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1159

La esperanza de Micaela se desvaneció una vez más, y la decepción la invadió. Detrás de ella, Gaspar la consoló con voz suave.

—Sigamos buscando más adelante.

Dieron otra vuelta y regresaron al punto de partida, pero seguían sin noticias. Ya eran las diez y media de la noche. Gaspar miró su reloj y le dijo a Micaela:

—Sube a acostar a Pilar. Yo seguiré buscando.

A esa hora, Pilar ya debía estar en la cama. Además, era martes y al día siguiente tenía clases.

—De acuerdo —asintió Micaela, y se dirigió a su carro para entrar al estacionamiento.

Cuando Micaela llegó a casa, Pilar todavía la esperaba en el sofá.

—Mami, ¿papá no subió contigo? —preguntó con curiosidad.

Sofía miró a Micaela, quien negó ligeramente con la cabeza. Luego, le dijo a Pilar:

—Ven, vamos arriba. Me doy un baño y te leo un cuento.

Pilar parpadeó, como si acabara de darse cuenta de algo.

—Mami, ¿dónde está Pepa? No la he visto.

—Esta noche se va a quedar a dormir en casa de tu papá —respondió Micaela con naturalidad.

—¡Oh! —Pilar no sospechó nada; de hecho, le gustaba la idea de que Pepa acompañara a su papá.

***

Era casi la una de la madrugada y Micaela no podía dormir. No había noticias de Gaspar, lo que significaba que aún no habían encontrado a Pepa. La ansiedad la consumía. Pepa era parte de la familia y no quería que le pasara nada malo.

Micaela esperó hasta la una, pero el cansancio de los últimos días de trabajo intenso en el laboratorio finalmente la venció y, sin darse cuenta, se quedó dormida.

A las tres de la mañana, Gaspar regresó a su casa. Después de revisar las cámaras de seguridad de la zona, los guardaespaldas determinaron que Pepa había sido vista por última vez en la entrada de un callejón que daba a un mercado concurrido y de gente muy diversa.

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