—Hermana, ¿podrías explicarle al señor Gaspar por mí? —suplicó Lara.
—No te preocupes, yo sé que eres muy buena, seguro no le vas a perder a Micaela —le aseguró Samanta.
Al colgar, Samanta dejó escapar un suspiro. El papá de Micaela ya había fallecido, y aunque le hubiera dejado uno que otro proyecto, ¿cuánto más podría lucirse con eso?
Samanta volvió a su asiento, ya mucho más tranquila. Giró la cabeza hacia Gaspar.
Él seguía ahí, con una expresión relajada, sin prestarle la menor importancia a que Micaela hubiera subido al escenario por el premio.
Micaela era su esposa, y si alguien la conocía bien, era Gaspar. Con lo inteligente que era, seguramente ya había notado que el mérito de Micaela no era suyo, sino robado de otro.
Ese pensamiento le provocó una sonrisa a Samanta.
Pilar acariciaba con sus manitas el trofeo dorado de su mamá. Sus ojos enormes brillaban de admiración. Se aferró al brazo de Micaela, rozando su carita contra ella.
—Mamá, eres increíble.
Micaela sintió un calorcito en el pecho. En la mirada de su hija se reflejaba una admiración pura y genuina.
...
Una hora después, la ceremonia de premiación llegó a su fin. Una empleada se acercó a Micaela y le dijo:
—Señorita Micaela, en un rato la va a entrevistar un canal de televisión. ¿Podría acompañarme, por favor?
Micaela volteó hacia Ramiro.
—¿Podrías cuidar a Pilar por mí?
—Tú ve tranquila —le respondió Ramiro con una sonrisa.
Micaela, con el trofeo en la mano, siguió a la empleada. En el jardín, sobre el pasto, estaban reunidos los demás premiados del día. Al llegar, Micaela sintió las miradas de admiración y respeto de todos los presentes.
Lo que había logrado beneficiaba a toda la humanidad, así que no era raro que recibiera tanto reconocimiento.
Los premiados posaron juntos para la foto, y luego comenzaron las entrevistas individuales.
...
En el salón, Gaspar se acercó a donde estaba sentada su hija.
—Pilar.
—¡Papá! ¿Tú fuiste el que le dio el premio a mi mamá? —Pilar corrió hacia él, rebosando de alegría.
—Hola, Pilar —saludó Samanta con suavidad.
—Señorita Samanta, ¿vio cuando mi mamá ganó el premio? ¡Ella es la mejor! —exclamó Pilar fuerte y claro.
Gaspar, mientras despeinaba a Pilar con cariño, notó esa mirada ausente de Ramiro y siguió su línea de visión hasta Micaela.
Nadie supo exactamente qué le preguntó el reportero a Micaela, pero ella, tocándose la punta de la nariz, bajó la cabeza y sonrió con esa mezcla de seguridad y coquetería que la hacía tan especial.
...
Apenas terminó la entrevista, Micaela buscó desesperada a su hija. Cerca de la jardinera, vio a Gaspar junto a Pilar. Caminó rápido hasta donde estaban.
Pilar, al ver a su mamá, soltó la mano de su papá y fue corriendo hacia ella.
—¡Mamá!
Aunque el trofeo todavía pesaba en sus manos, Micaela abrazó a Pilar con un solo brazo.
—Ya nos podemos ir a casa, ¿verdad?
—¡Mamá, vámonos con papá! —propuso Pilar.
Gaspar se acercó también, mirando a Micaela.
—¿Necesitas quedarte más tiempo en Villa Fantasía?
Micaela entendió enseguida lo que Gaspar quería decir: si ella tenía que quedarse, él y Samanta llevarían a Pilar de regreso a Ciudad Arborea.

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