Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1382

Por la mañana, la alarma junto a la almohada sonó de repente. Micaela despertó sobresaltada; el sol le pegó directo en los ojos y tuvo que taparse con la mano.

El aire veraniego entraba por la ventana. Miró la hora; aunque le faltaba sueño, tenía que levantarse para terminar con las últimas actividades del congreso.

Se levantó y fue al espejo. La mujer que la miraba tenía los ojos algo hinchados y ojeras visibles, pero la mirada ya no estaba perdida, se veía clara.

Se arregló el cabello y se puso un traje sastre presentable.

El pasado no se puede cambiar, pero el futuro es largo. Al menos ahora tenía el valor para enfrentarlo todo.

Agarró su maletín y, tras una noche reordenando sus emociones, decidió que encararía lo que viniera.

Todo tiene solución.

En cuanto abrió la puerta, vio a Gaspar recargado en la pared del pasillo de enfrente, con una mano en el bolsillo del pantalón. Al verla, se acercó.

—¿Desayunamos juntos?

Micaela tenía pensado bajar a comer algo antes de irse, así que asintió.

—Sí, vamos.

Caminaron juntos hacia el elevador. El hotel estaba muy tranquilo a esa hora. En el elevador solo estaban ellos dos, y en el aire flotaba ese aroma tenue y característico de Gaspar.

—¿Dormiste bien? —rompió él el silencio.

—Más o menos —asintió ella, y añadió—: Estuve pensando y aclaré algunas cosas.

Gaspar la miró de reojo, con esa mirada profunda, pero no preguntó más. Solo soltó un suave «mmm».

Llegaron al restaurante, un lugar circular con ventanales de piso a techo donde la luz de la mañana entraba dorada y cálida.

Eligieron su comida y se sentaron junto a la ventana.

Micaela le dio un sorbo a su café y lo miró directamente.

—Gracias por contarme lo de mi papá anoche.

Gaspar le sostuvo la mirada.

—Era lo correcto. Soy yo quien debe pedir perdón por habértelo ocultado tanto tiempo.

Micaela negó con la cabeza.