Micaela no tuvo más opción que explicarle:
—Señor Joaquín, ya estamos tramitando el divorcio. Pilar se va a quedar conmigo.
Jacobo no pareció sorprendido.
—Ya Adriana me había contado. Al parecer, Gaspar todavía anda con lo de la evaluación de bienes.
—Sí, ya estamos separados —confirmó Micaela.
Jacobo cambió de tema de pronto.
—¿En qué escuela está Pilar?
Micaela se quedó un poco desconcertada.
—¿Está pensando en cambiar a Viviana de escuela, señor Joaquín?
—Depende. Si Viviana sigue tan alterada, quizá lo mejor sea que la cambie a la misma escuela que Pilar —respondió Jacobo.
Micaela se sorprendió. El cariño que Jacobo le tenía a su sobrina era tan grande, que en ocasiones parecía más un papá que un tío.
Le dio el nombre de la escuela de Pilar y, después de eso, no siguieron platicando. Terminaron la llamada sin más rodeos.
Micaela también se dedicó a hablar con su hija para prepararla antes del inicio de clases. Pilar estaba bastante emocionada por todo lo nuevo que le esperaba. Micaela decidió no mencionarle nada sobre la posible llegada de Viviana a la misma escuela. Pensó que, tal vez, Jacobo solo lo estaba considerando y al final no se concretaría.
...
La noche anterior al inicio de clases, alrededor de las diez, el celular de Micaela vibró. Miró la pantalla: era un mensaje de Gaspar.
[Mañana voy con Pilar a su nueva escuela para el registro.]
Micaela no le contestó. No tenía ningún interés en que él la acompañara.
Pero, alrededor de las siete de la mañana, Sofía subió al segundo piso con una sonrisa.
—Señora, el señor llegó.
Micaela la corrigió sin perder la compostura.
—Sofía, puedes decirme señora, pero él ya no es mi esposo.
—Eh... llegó el señor Gaspar —rectificó Sofía, algo incómoda.
Pilar corrió al encuentro de su papá, gritando llena de alegría:
—¡Papá, papá...!
Gaspar se agachó para mirarla de cerca, acomodando los pequeños hombros de Pilar mientras le revisaba el uniforme nuevo. Con cariño, le tocó la nariz.
—¿Estás contenta de ir a tu nueva escuela?
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