Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 23

Aunque Pilar no estaba muy contenta, no le quedó de otra más que aceptar. Gaspar salió manejando el carro, y Micaela lo despidió con la mirada mientras se alejaba.

—Sofía, hoy no voy a comer en la casa ni al mediodía ni en la noche, así que no hace falta que me incluyas en tus planes de comida —le avisó Micaela a Sofía al regresar.

—¡Entendido, señora! —respondió Sofía con una sonrisa.

Ese día, el laboratorio tenía planeado organizarle una bienvenida a Ramiro, así que la cena definitivamente sería fuera de casa. Al mediodía, Micaela también tenía que ir al laboratorio, así que pensaba comer algo rápido en la cafetería de la universidad.

Cuando Micaela llegó al edificio del laboratorio de la Facultad de Medicina, apenas se había bajado del carro con su bolso cuando se topó con Joaquín, quien se acercó con una expresión de entusiasmo.

—¡Mica! Buenas noticias, ya tenemos varias empresas interesadas en colaborar con nosotros. Todas son compañías grandes y serias —le contó Joaquín, casi sin poder contener la emoción.

Micaela le sonrió y asintió.

—Eso sí que es una gran noticia. Te va a tocar trabajar duro, amigo.

—¡Para nada! Además, dime algo, ¿tu esposo tiene interés en el sector farmacéutico? ¿No le gustaría invertir en este tipo de proyectos?

Micaela se detuvo en seco. Lo primero que pensó fue que prefería que Gaspar no metiera las manos en ese laboratorio. Tras una pausa, contestó:

—Pues, creo que no es lo suyo. Le va más la onda de invertir en tecnología y petróleo.

—Pero si algún día tienes oportunidad, recomiéndale nuestro proyecto. Quién sabe, igual y le llama la atención.

—Claro, lo tendré en cuenta —respondió Micaela, aunque por dentro solo deseaba que Gaspar ni siquiera se enterara de ese asunto.

...

A las cinco y media de la tarde, todo el grupo del laboratorio salió rumbo al restaurante. Joaquín había reservado un espacio en el restaurante elegante de un hotel de lujo.

Micaela tomó asiento al lado de Ramiro, lo que atrajo las miradas envidiosas de varios compañeros. Lara también estaba ahí. Ella había querido sentarse junto a Ramiro, pero Joaquín la convenció de cambiarse, dejando claro que ese lugar era para Micaela.

En ese momento, bajo la luz cálida del salón, Micaela lucía tranquila y atractiva, mientras Ramiro, con su porte elegante, formaba con ella una pareja que llamaba la atención por lo bien que se veían juntos.

Lara no pudo disimular el destello de celos en sus ojos al mirar a Micaela. Sin embargo, se consoló al pensar que, gracias a su experiencia profesional, tarde o temprano terminaría superando a Micaela en el trabajo.

Joaquín se levantó y alzó su copa.

—Antes que nada, quiero decir que haber logrado formar este laboratorio es algo que nos llena de emoción. Esta noche, vamos a brindar primero por nuestra mayor impulsora, Micaela, porque gracias a ella fue posible que nuestro laboratorio naciera.

Lara apenas pudo ocultar su desprecio. ¿Micaela, que ni siquiera había terminado la universidad, capaz de crear semejante proyecto? Seguro que solo estaba usando alguno de los antiguos proyectos de su papá.

Micaela, sin dar importancia a los comentarios maliciosos, se levantó con una sonrisa y brindó junto a sus compañeros. A pesar de su juventud, transmitía una calma y seguridad que desarmaba cualquier malintencionado, mostrando siempre humildad y sencillez.