Leónidas también empezó a arrepentirse por haber aceptado tan rápido que Lara tomara el lugar de Micaela. Si desde el lunes hubiera insistido en que Micaela subiera al escenario, ¿no se habrían ahorrado este embrollo?
La reunión matutina comenzó. Lara esperaba que en la junta, Leónidas anunciara oficialmente la decisión final sobre su discurso.
Sin embargo, Leónidas solo mencionó algunos puntos rutinarios y enseguida dio por terminada la reunión. Antes de que todos se dispersaran, se dirigió a ella:
—Lara, ven a mi oficina, por favor.
Lara se quedó sorprendida, pero en el fondo le brillaron los ojos de ilusión. Agarró con entusiasmo el discurso impreso y se encaminó al despacho de Leónidas.
—Señor Leónidas, ¿hay algo que quiera platicar conmigo en privado? —preguntó Lara.
—Lara, mira, la situación es esta: después de discutirlo con la directiva, se decidió que la ponencia sobre biotecnología y la IA la presentará Micaela. Tú quedas como suplente.
El color se le fue al rostro. Sus dedos apretaban el papel con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron igual de blancos.
—¿Por qué? ¡Eso no es justo! Ya tengo todo el material listo —exclamó Lara, luchando por respirar.
—Es una decisión de arriba —replicó Leónidas, encogiéndose de hombros—. Créeme, confiamos en tu capacidad, eres muy buena.
—¿Quién lo propuso? ¿El señor Gaspar está enterado de esto? —preguntó Lara, mordiéndose el labio, con los ojos a punto de desbordarse.
Leónidas sabía que era mejor no dejar espacio para dramas personales, así que fue directo:
—Es justo lo que pidió el señor Gaspar.
Lara no lo podía creer. Sus ojos se abrieron como platos y, sin poder contenerse, las lágrimas finalmente rodaron por sus mejillas. ¿De veras? ¿Gaspar había pedido eso?
¿Acaso era la forma de Micaela de humillarla?
Aparentemente le había cedido la oportunidad, pero por detrás, ¿fue a pedirle el puesto a Gaspar usando el título de exesposa? ¿La había hecho trabajar en vano, desvelándose noches enteras para preparar un discurso que ahora era basura?
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