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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 463

Samanta y Lionel caminaron juntos hasta el jardín trasero. El ambiente ahí era tan tranquilo que solo se escuchaba el murmullo lejano de la brisa entre los árboles. De repente, Samanta se giró con rapidez. Lionel, distraído, no alcanzó a frenar y terminó chocando con ella. Sus labios rozaron la frente de Samanta en un descuido tan fugaz como inesperado.

Lionel se apartó apurado, con el nerviosismo pintado en el rostro.

—Perdón, yo...

Samanta se rio suave, restándole importancia.

—No pasa nada. La que se detuvo de golpe fui yo, pensé en algo que quería decirte y no me fijé que venías justo detrás.

Los ojos de Lionel se posaron en Samanta con una intensidad que la hizo sentir observada, pero ella, de pronto, se puso seria.

—Lionel, ¿tú qué crees que estén platicando Jacobo y Gaspar?

Lionel salió de sus pensamientos, en su cara se reflejó una inquietud genuina.

—No tengo idea —soltó.

Samanta suspiró, como si cargara un peso viejo.

—Es seguro que van a terminar peleados por culpa de Micaela. Tú conoces a Gaspar, ¿no? Tiene el orgullo por las nubes. Imagínate, su exesposa casándose con su mejor amigo. Eso no se le va a quitar de la cabeza tan fácil.

Lionel asintió.

—Se le nota a leguas.

—¿No crees que Micaela lo hace a propósito? O sea, ¿y si en realidad ni siquiera le gusta Jacobo? ¿Si solo lo está usando para molestar a Gaspar? —preguntó Samanta, con un tono lento y calculador.

A Lionel se le notó la sorpresa.

—¿Qué estás diciendo?

—Mi hermana me contó que Micaela últimamente anda muy de cerca con un joven militar, un tipo de esos que mandan en el batallón. Yo creo que Micaela está buscando venganza, quiere que Gaspar sufra, y quiere romper la amistad que tienes con Jacobo —afirmó Samanta, convencida.

—Si tienes razón, entonces no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo Jacobo termina destrozado. Mucho menos quiero que nuestra amistad se termine por culpa de algo así.

—¿Entonces planeas advertirle a Jacobo? —preguntó Samanta, alzando la vista. Bajo la sombra de los árboles, su figura parecía frágil, pero en su mirada había un brillo venenoso, como el de una serpiente bonita lista para atacar.

—Tú misma viste esta noche cómo hasta la señora Montoya acabó aceptando a Micaela como su futura nuera. Si a eso le sumas que Micaela es famosa en el mundo de la ciencia, ¿qué familia no la querría cerca? Si ella decide separar a los dos, no le costaría nada.

El rostro de Lionel se endureció cada vez más.

—También me parte el alma ver cómo veinte años de amistad entre Gaspar y Jacobo pueden irse al caño por culpa de Micaela —añadió Samanta, dejando que sus palabras calaran hondo.

Era como si el veneno de Samanta se deslizara lentamente por el corazón de Lionel, tocando justo donde más le dolía. Para él, la lealtad y la amistad eran sagradas. No iba a permitir que nada, ni nadie, destrozara ese lazo.

Si Micaela iba en serio con Jacobo, él sería el primero en felicitarlo. Pero si solo lo usaba para vengarse de Gaspar, no pensaba quedarse callado.

—Si las cosas son así... —dijo Lionel, apretando los puños sin darse cuenta—, no puedo permitir que todo esto siga así.

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