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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 480

Samanta arqueó las cejas y marcó un número en su celular. Al contestar la llamada, su voz se volvió dulce y coqueta.

—Gaspar, ¿ya llegaste?

Lo dijo a propósito, justo al pasar junto a Emilia y Micaela, asegurándose de que ambas la escucharan.

Emilia apretó los dientes, furiosa.

—¿Qué le ve Gaspar a esa tipa? Si no puede ver bien, que se vaya al hospital.

En ese momento, la señora Lorena y la señora Villegas se acercaron. Micaela fue de inmediato a saludarlas.

—Señora Lorena.

—Micaela, ya me voy. Quédate a divertirte con tus amigas. La próxima ven a la casa a comer —le propuso la señora Lorena, con una sonrisa amable.

Micaela no podía rechazar la invitación de frente, así que respondió sonriente y cordial.

—Claro, señora Lorena. Que le vaya bien.

La señora Lorena también se dirigió a Emilia.

—Emilia, tú también tienes que venir. Gracias por lo de la vez pasada.

—No tiene nada que agradecer, señora Lorena —contestó Emilia rápido, algo apenada.

Cuando la señora Lorena se fue, Micaela y Emilia decidieron que era momento de ir a la parte trasera del club, donde estaba el campo de golf.

Ambas llevaban un cambio extra de ropa deportiva, así que se pusieron cómodas para jugar.

El pasto del campo de golf parecía una alfombra verde. El cielo estaba nublado, así que no hacía calor. Micaela sostenía el palo de golf; ya había hecho algunos tiros, pero la técnica no era lo suyo.

En ese instante, otro carro se detuvo. Jacobo bajó de él, también vestido con ropa deportiva gris, claramente preparado para jugar.

Emilia, al verlo, jaló la manga de Micaela, emocionada.

—¡Mira! ¡Ahí está tu Jacobo!

Micaela se giró sorprendida, sin poder ocultar su asombro al ver a Jacobo aparecer en ese momento.

Jacobo saludó con un gesto de cejas a Lionel, Samanta y Gaspar, pero sus pasos lo llevaron directo hacia donde estaban Micaela y Emilia.

Desde lejos, Gaspar no perdió detalle y su mirada se volvió afilada, como si pudiera cortar el aire. Un rayo de sol se coló entre las nubes e iluminó su rostro, marcando sombras profundas en sus facciones.

El cielo se despejó, pero el ánimo de Gaspar se llenó de nubarrones.

Después de todo, ver a su mejor amigo acercarse para pasar tiempo con su exesposa no era precisamente un espectáculo agradable...

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