—Voy a la sala de juntas —dijo Verónica.
—Ese es el lugar donde se reúnen los accionistas, ¿para qué vas a entrar ahí? —Lara la detuvo de inmediato.
—En un rato Micaela va a dar una ponencia, así que voy a ayudarle —respondió Verónica, y de paso le soltó a Lara—: ¿A poco no sabías que todos los accionistas vinieron solo para escuchar la presentación de Micaela?
La verdad, Verónica se acababa de enterar de eso, pero sabía perfectamente cómo hacer sentir mal a Lara.
Como era de esperarse, el color se le fue del rostro a Lara, que tartamudeó:
—¿Qué dijiste? ¿Todos los accionistas del Grupo Ruiz vinieron por Micaela?
—Así es, escuché que originalmente iban a reunirse en la oficina central, pero el señor Gaspar les pidió que vinieran aquí —le soltó Verónica sin siquiera mirar cómo se le descomponía la cara a Lara. Caminó apresurada hacia la sala de juntas, dejando a Lara plantada, con una expresión de lo más amarga.
...
Horacio salió a tomar una llamada. Al girar, vio a Micaela, impecable en su traje blanco, sosteniendo una carpeta entre las manos. Rápido colgó y se acercó con una sonrisa.
—Doctora Micaela, jamás pensé que tú serías la que dirigiría la ponencia.
—¿Algún problema con eso? —preguntó Micaela, mirándolo con calma.
—No, para nada, solo que... —Horacio entornó los ojos, buscando medir sus palabras—. Ese día que te envié la foto, ¿la viste? Dicen que la señorita Samanta estuvo toda la noche con el señor Gaspar.
Micaela sonrió levemente y le corrigió:
—Gaspar es mi exesposo, ya no somos nada.
Horacio se encogió de hombros, algo incómodo.
—Creo que metí la pata, disculpa. Adelante, pasa.
Horacio hizo un gesto cortés y Micaela cruzó la puerta de la sala. Los accionistas alzaron la vista al verla, algunos con sorpresa, otros con duda, pero la mayoría con una curiosidad evidente.
Micaela no solo era accionista, también formaba parte del equipo de investigación del proyecto de Interfaz Cerebro-Máquina.
Gaspar seguía sentado en la cabecera de la mesa, con ese aire de lobo que nunca se rinde.
La sala no era tan grande, justo cabían los veintitrés accionistas. Micaela se posicionó frente a la pantalla, respiró hondo y dijo:
—A continuación, les voy a presentar el plan a tres años para el proyecto de Interfaz Cerebro-Máquina.
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