Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 586

Él, por su parte, alcanzó a captar el leve jadeo de ella al teléfono.

Micaela sonrió con resignación y explicó:

—Hoy es la boda de una amiga, hace rato el ruido en el salón estaba bien fuerte, así que salí para contestarte.

—¿Cómo has estado últimamente?

—Yo bien, ¿y tú?

—Yo también... —de pronto, se escuchó un siseo, como si Anselmo intentara aguantar el dolor.

—¿Te pasó algo? —preguntó Micaela de inmediato, recordando que él había ido a cumplir una misión en un país muy peligroso.

—No te preocupes, solo es una herida pequeña, estoy en recuperación —contestó Anselmo con una risa baja.

—¿Dónde te lastimaste? ¿Es grave? —Micaela frunció el ceño, preocupada.

—Fue en el pecho, recibí un balazo... pero no es para tanto.

La respiración de Micaela se detuvo un instante.

—¿Eso no es para tanto? ¿Ya te sacaron la bala? ¿Dónde exactamente fue la herida?

—En serio, no es nada. Solo que voy a tener que quedarme en cama un tiempo... —La voz de Anselmo dejaba escuchar un leve jadeo.

Micaela habría sido ingenua si le creyera que no era nada.

—¿Cómo estás en realidad? Dímelo de una vez.

Esta vez, en su voz se notaba una autoridad inesperada.

Anselmo soltó una carcajada suave.

—¿Por qué suenas como doctora? Bueno, te cuento: la bala pasó a dos centímetros del corazón...

Los dedos de Micaela apretaron con fuerza el celular, tan fuerte que los nudillos se le pusieron blancos. Sabía perfectamente lo que eso significaba: había estado a un suspiro de la muerte.

—¿En qué hospital estás ahora? —preguntó, su voz le temblaba apenas.

—Me acaban de trasladar al Hospital Central de la Armada —dijo Anselmo, haciendo una pausa—. De verdad, ya estoy fuera de peligro. Solo tengo que descansar.

—El lunes voy a ir a Villa Fantasía, paso a verte —dijo Micaela sin dudar.

—No tienes que molestarte, todavía tienes que cuidar a Pilar.

— Voy a recoger un premio y, de paso, me acerco a verte, ¿te parece bien? —insistió Micaela.