Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 680

—No es nada importante —dijo Gaspar tomando su saco y saliendo de la oficina.

En el camino de regreso a la empresa, el celular de Gaspar volvió a sonar. En la pantalla apareció: Darío, director legal de la compañía.

—Señor Gaspar, la situación está peor de lo que imaginábamos —la voz de Darío sonó tensa—. Ya se abrió una investigación, la Comisión de Valores enviará mañana gente a la empresa.

—Avísale a todos los directivos que nos vemos en media hora para una junta urgente.

El lujoso carro negro se lanzó por la avenida como si tuviera prisa, directo hacia el Edificio Ruiz.

Esa misma noche, una revista de finanzas, siempre atenta a los escándalos, sacó la noticia en portada: [El Grupo Ruiz, bajo sospecha de uso de información privilegiada; la Comisión de Valores ya investiga.]

Dentro de la sala de reuniones, Gaspar lanzó una mirada rápida y aguda a los directivos presentes.

—Señor Gaspar, ya empezó a moverse el precio de las acciones —informó un gerente.

La reunión se extendió hasta la madrugada. Gaspar manejó su carro por calles vacías y solitarias. Al principio, pensaba regresar a la mansión Ruiz, pero al final giró el volante y terminó en la zona residencial Villa Flor de Cielo.

Al entrar a la casa, todo estaba sumido en penumbra. Ni siquiera encendió la luz. Se dejó caer en el sofá, aflojándose la corbata. El cansancio se le notaba hasta en la mirada.

Se masajeó las sienes con los dedos largos y cerró los ojos.

De pronto, el celular vibró de nuevo. Lo tomó y vio el mensaje: [Señor Gaspar, mañana a las nueve llega la Comisión de Valores a la empresa.]

Gaspar aventó el celular al sillón, se desabotonó el saco y se hundió aún más en el sofá, con la cabeza recargada hacia atrás. Se quedó mirando al techo, tragando saliva, con el ánimo por los suelos.

...

A la mañana siguiente, Micaela estaba en el baño lavándose los dientes. Aprovechaba ese rato para revisar las noticias en su celular. Apenas deslizó el dedo en la pantalla, una alerta de noticias económicas saltó al frente: [El Grupo Ruiz bajo sospecha de uso de información privilegiada; la Comisión de Valores abre investigación.]

El cepillado se le detuvo unos segundos. Debajo del titular, había una foto de Gaspar y un texto en negritas: [Este hombre siempre ha sido ambicioso, se aprovecha de sus privilegios y no le importa romper las reglas.]

Micaela frunció el ceño, dejó el celular a un lado y siguió con su rutina.

Ni siquiera tuvo oportunidad de buscar a Franco; él la llamó primero.

—Señorita Micaela, ¿ya vio lo del Grupo Ruiz? —Franco sonaba alterado. Era comprensible, Gaspar era el segundo mayor accionista de la firma de Micaela.

—Sí, ya lo vi. ¿Nos afecta en algo?

—Por ahora no mucho, pero tenemos que prepararnos. Si las acciones del Grupo Ruiz caen, podría haber un efecto dominó —advirtió Franco con voz cautelosa.

Micaela se secó la cara y respondió:

—Convoca a junta con los directivos en la tarde para evaluar cómo nos puede afectar.

Colgó la llamada. Apenas daban las siete. Micaela dejó que su hija siguiera durmiendo un rato más. Al bajar a tomar agua, de repente sonó el timbre.

Se acercó rápido a la puerta y miró por la pantalla de seguridad. Afuera estaba Gaspar.

Respiró hondo, abrió la puerta y lo recibió con una mirada distante.

—¿Qué quieres?

Gaspar, impecable en traje, se veía agotado.

—Buenos días —saludó, con la voz rasposa—. ¿Podemos platicar?

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