Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 897

Micaela decidió dejar de pensar en el asunto por el momento. Mejor iría al laboratorio al día siguiente y lo resolvería ahí.

A la mañana siguiente, después de dejar a su hija, Micaela se dirigió directo al laboratorio. Apenas llegó, su asistente se acercó a ella.

—Dra. Micaela, el doctor está en la sala de reuniones esperándola para la junta.

Micaela se puso la bata blanca con rapidez.

—Ya voy para allá.

Recogió su largo cabello en una coleta, y en su porte se notaba ese aire académico tan característico de ella.

Al entrar en la sala de reuniones, la luz matutina atravesaba el muro de cristal. Gaspar estaba de espaldas al sol, y sus facciones intensas y marcadas lucían aún más profundas, envueltas en un halo de misterio.

Él levantó la mirada hacia Micaela, pero en cuanto notó que ella lo observaba de frente, bajó la cabeza.

El doctor Ángel, al notar la tensión en el ambiente, soltó una risa forzada.

—Bueno, pues vamos a empezar la reunión. Esta mañana salieron algunos resultados que podemos revisar juntos.

Ángel no necesitaba ser adivino para darse cuenta: Micaela llevaba la ventaja y Gaspar estaba en desventaja.

—Doctor, ¿puede darnos cinco minutos a solas? —preguntó Micaela, mirándolo directo.

—Por supuesto —respondió Ángel, deseando que resolvieran lo que tuvieran que resolver.

Con delicadeza, Ángel cerró la puerta y dejó la sala en absoluto silencio, con solo dos personas adentro.

La luz del sol atravesaba el vidrio, haciendo que hasta el polvo suspendido en el aire se viera, pero ni así lograba disipar la tensión que se sentía entre ellos.

Micaela se acercó, por primera vez tomando la iniciativa de acortar la distancia con ese hombre. Apoyó ambas manos sobre la mesa y se inclinó hacia él, mirándolo fijamente. No había duda, ella había venido a confrontarlo.