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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 901

Por lo tanto, la otra señora elegante debía ser la mamá de Paula; madre e hija se parecían bastante, al menos en ciertos rasgos.

Ambas mujeres caminaban y platicaban animadamente, sin notar la presencia de Samanta. Ella, que en un principio pensó en saludarlas, terminó por guardar el saludo.

Paula, por su parte, iba absorta en sus propios pensamientos, sin prestar atención a Samanta.

En ese momento, el primer Rolls-Royce se acercó. La señora Cáceres se despidió de ambas con la mano, y madre e hija subieron al carro y se marcharon.

Mientras la señora Cáceres esperaba a que llegara su chofer, Samanta aprovechó la oportunidad y, con una sonrisa, se acercó.

—Sra. Cáceres, qué gusto verla, tenía mucho que no la encontraba.

La señora Cáceres esperaba de pie cuando escuchó la voz y giró para ver quién era. Al reconocer a Samanta, le devolvió la sonrisa con cortesía.

—¡Ah, es usted, señorita Samanta! Qué sorpresa, hace tiempo que no coincidíamos.

—Señora, sigue viéndose tan joven y elegante como siempre —comentó Samanta con un tono cercano, aunque respetuoso.

La señora Cáceres, siempre impecable, le regaló una sonrisa educada.

—Señorita Samanta, exagera usted. ¿También vino a comer aquí?

Mientras hablaba, la señora Cáceres la observó de arriba abajo con disimulo. En sus ojos se notaba cierta admiración, pero no más allá de eso.

—Sí, vine a comer con unos amigos —respondió Samanta. Justo en ese momento, un Bentley se detuvo frente a ellas. La señora Cáceres, apurada por sus asuntos, se despidió.

—Bueno, me tengo que ir. Espero que podamos vernos otro día con más calma.

—Que le vaya bien —respondió Samanta, sonriendo mientras la veía subir al carro.

En cuanto el carro de la señora Cáceres se perdió en la distancia, la sonrisa de Samanta se desvaneció, dejando en su rostro una expresión pensativa y seria.

Samanta no subió de inmediato a su propio carro. En vez de eso, sacó el celular y marcó el número de Lionel.

—¿Bueno? ¡Samanta! —la voz de Lionel sonó al otro lado, llena de sorpresa y alegría.

No era para menos. Samanta rara vez lo llamaba por iniciativa propia, así que él se notó emocionado.

—Hace rato, en el restaurante, me encontré a tu mamá. Estaba comiendo con unas amigas —comentó Samanta con una risa ligera—. ¿Adivina a quién más vi?

Lionel, curioso, preguntó:

—¿A quién más viste?

Capítulo 901 1

Capítulo 901 2

Capítulo 901 3

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