Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 930

Cuando una de las enfermeras estaba a punto de avisarle a Adriana, vio cómo alguien entraba con paso decidido. Las dos enfermeras, al reconocerla, intercambiaron una mirada rápida y le sonrieron.

—Dra. Micaela.

Después de saludarla, se marcharon con prisa, dejando el ambiente algo tenso.

Adriana observó cómo las enfermeras se retiraban apresuradas y no pudo evitar pensar que Micaela seguramente sabía quién era esa tal señorita Samanta.

Con algo de cautela, preguntó:

—Micaela, ¿quién es esa señorita Samanta de la que hablaban?

Micaela abrió la llave del agua y, mientras se lavaba las manos con calma, respondió con voz serena:

—No es Samanta. Solo es una chica de apellido Guzmán que vino a hacerse unos estudios.

Adriana soltó una risa incómoda.

—¡Ah! ¿Así que también reciben a personas de fuera aquí?

—Es solo ayuda médica —respondió Micaela, como si no tuviera mayor importancia.

Adriana sintió un alivio momentáneo. No era Samanta, y por un instante había pensado que sí.

Micaela salió primero, y Adriana regresó después a la habitación donde estaba su mamá.

...

Micaela estuvo sentada un rato en su oficina. De pronto, como recordando algo importante, se levantó y fue directo a la sala de reuniones donde trabajaba Gaspar.

Tocó suavemente la puerta antes de entrar.

Gaspar, que estaba de pie junto a la ventana hablando por teléfono, la vio entrar y terminó la llamada con unas pocas palabras.

—¿Necesitas algo? —preguntó, girándose con elegancia, sus ojos fijos en ella con una intensidad particular.

Micaela fue directa, sin rodeos, y su tono fue completamente profesional.

—Samanta vendrá mañana para hacerse los estudios.

Gaspar entendió al instante a qué se refería. Nadie de su familia sabía aún que Samanta era la donante.

Micaela solo había ido a avisarle. Se dio la vuelta, dispuesta a irse.

—Yo me encargaré de todo —respondió Gaspar, su voz sonaba baja y firme.

Micaela abrió la puerta para salir, pero Gaspar la detuvo.

—Micaela.

Ella se detuvo, pero no volteó.

Gaspar la miró de espaldas. Le tembló un poco la garganta, como si quisiera decir algo más, pero al final solo dijo:

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