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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 976

Samanta escuchó esa voz grave y tan familiar al otro lado del teléfono. De pronto, soltó una risa coqueta, su tono embriagador se coló por el auricular.

—¿Y luego? ¿Qué vas a hacer conmigo?

La voz de Gaspar, imperturbable, ni una pizca de emoción.

—Deja de hacer lo que haces.

La risa de Samanta se volvió burlona, casi mordaz.

—¿No que ya no me necesitas? ¿Entonces para qué te metes en mis asuntos?

—Nuestro trato todavía no termina —respondió Gaspar, su tono firme, con esa presión que no admitía discusión—. No pruebes mis límites.

Samanta volvió a reír, pero esta vez su risa llevaba un dejo de triunfo.

—¿Límites? Entonces, al final sí me necesitas, ¿verdad? Todavía quieres controlarme.

Era como si recuperara el control, como si la copa de vino que tomaba le hubiera devuelto fuerzas. Con la voz entrecortada pero llena de desafío, mordió sus labios y se acercó más al teléfono.

—Pídemelo, Gaspar. Solo tienes que suplicarme que siga viva y yo le seguiré dando tiempo a tu mamá. Si no... ¿de verdad crees que no me atrevería? Mira que no me molestaría hacerme otro corte en la muñeca, ¿eh? Tú…

En ese instante, la llamada se cortó de golpe.

Samanta se quedó viendo la pantalla del celular, incrédula. De pronto, lo lanzó con furia sobre el sillón y se cubrió la cabeza con las manos. Un llanto desgarrador la sacudió.

Noelia observó todo en silencio. Recogió el celular de Samanta y, de pronto, todo le hizo sentido. Ahora entendía por qué Gaspar necesitaba a Samanta: ella era la única capaz de donar sangre y salvar a la señora Ruiz, la mamá de Gaspar.

Así que, ¿eso era lo que le daba a Samanta ese poder tan especial frente a él?

Noelia se inclinó y le acarició la espalda a Samanta con delicadeza.

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