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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 106

A la hora de pagar, Ariana no se topó con Esteban.

El conductor designado llegó justo a tiempo. Iker quería que Ariana se fuera primero, pero ella insistió en que, como él estaba borracho, solo se quedaría tranquila viéndolo subir al carro. Así que Iker, con la cara toda roja, se subió obediente.

Ariana observó cómo el carro de Iker se alejaba antes de regresar al suyo.

Necesitaba calmarse un poco.

Después de todo, Iker había estado demasiado cerca de ella hace un momento.

Además, él estaba borracho y se tambaleaba; tuvo que sostenerlo para que no tropezara.

Por suerte, lo único que le pasó fue que el corazón se le aceleró y le sudaron las manos, pero no sintió ganas de vomitar.

Parece que esa terapia de exposición sí funcionó. Antes, solo caminar junto a su compañero ya la hacía sentir que se ahogaba y quería alejarlo.

Ariana se quedó sentada en su carro un buen rato, hasta que por fin sacó su celular para pedir un conductor.

Justo cuando abrió la app, la puerta del copiloto se abrió de golpe.

Ariana se asustó y giró la cabeza; de inmediato reconoció la silueta alta y familiar que se subía a su lado.

Se quedó congelada, olvidando hasta cómo pedir el servicio.

—Voy a aprovechar el aventón —dijo Esteban, acomodándose en el asiento como si nada, y habló como si estuviera en su derecho.

Ariana reaccionó de golpe y le gritó, furiosa:

—¡Bájate!

Como estaba pensando en pedir un conductor, no había cerrado las puertas después de subir, ¡qué descuidada!

El hombre ni se inmutó:

—Ya que vamos para el mismo lado, maneja tú.

Ariana lo fulminó con la mirada:

—Tomé alcohol, no puedo manejar.

Él arqueó una ceja:

—Entonces bájate tú y yo conduzco.

Ariana lo miró, incrédula. Nunca había conocido a alguien con tanto descaro. ¿Cómo es que en su vida pasada no se dio cuenta?

—¿Y tu carro? —le soltó, con ganas de patearlo fuera si tuviera suficiente fuerza.

—Hoy Jesús me trajo. Tuvo que irse porque le salió un asunto urgente —respondió él, tan tranquilo como siempre, sin siquiera pestañear.

Ariana sabía que Jesús era su chofer, pero también sabía que esa era solo una excusa.

No había forma de echarlo, y tampoco iba a dejarle su carro, ¿por qué habría de hacerlo?

Así que Ariana abrió la puerta y se fue directo al asiento de atrás.

Ni loca se sentaba a su lado. ¿Que quería manejar? Pues que se hiciera cargo.

Capítulo 106 1

Capítulo 106 2

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