El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 22

—Ari, ¿cuándo… cuándo llegaste? —preguntó Salomé, sorprendida al ver a Ariana.

Había citado a su hijo media hora antes que a Ariana, justo para poder hablar con él a solas y darle una buena sacudida.

Nunca imaginó que Ariana aparecería también media hora antes.

—Disculpen, pero escuché todo lo que dijeron —dijo Ariana, con una expresión tan dura y decidida como la del hombre frente a ella.

Salomé se acercó de inmediato, intentando abrazarla.

La relación que Ariana tenía con Esteban, Salomé siempre la había notado. Ahora, que Ariana había escuchado con sus propios oídos las palabras tan crueles y llenas de veneno de Esteban, ¿cómo no iba a romperse por dentro?

Solo de pensarlo, sentía que el corazón se le apretaba con un dolor sordo.

Ariana no se apartó del abrazo, ni pudo rechazarlo.

Quizás era porque, en el fondo, sabía que ese corazón que latía tan cerca de ella, era el de su propia madre.

Por eso, en su vida pasada, había sentido tanta cercanía instantánea con Salomé, una conexión imposible de explicar.

Lástima que, en esa otra vida, acababa de descubrir el secreto cuando fue secuestrada por esos tres extranjeros.

No esperaba que, en esta vida, el secreto saliera a la luz tan rápido.

¿Será que, al elegir el divorcio, había cambiado el rumbo de su destino y provocado un efecto mariposa?

—Ari, no estés triste —susurró Salomé, estrechándola con fuerza, sintiendo cómo el dolor le calaba hasta lo más profundo.

Con voz serena, Ariana respondió:

—Señora Salomé, no estoy triste.

Cuando Salomé escuchó cómo Ariana le hablaba, sintió un temblor en el pecho.

En el fondo, cuando él le propuso el matrimonio secreto, Ariana debería haber entendido que él nunca quiso ese compromiso. Después de todo, nada forzado sale bien.

Pero esa lección la aprendió demasiado tarde.

Ariana miró a Esteban.

—Tal como dijo el señor Ferreira, hay muchas formas de agradecer. Además, mi mamá nunca supo a quién le iban a donar su corazón. El hospital siempre mantiene esa información en secreto. Así que ni siquiera hace falta que usted se sienta en deuda.

Si Esteban le creía o no, a Ariana no le importaba. No pensaba quedarse callada esta vez.

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