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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 299

Al regresar a casa, Julián notó que Ariana ya andaba ocupada en la cocina.

Dejó las cosas que traía en la mesa y, sonriendo, lanzó:

—Déjame ayudarte, ¿sí?

Ariana, al escucharlo, volteó con una sonrisa tranquila.

—No hace falta, papá. Yo dije que venía a echarte la mano.

Pero Julián, sin darle opción, se acercó y le quitó el cuchillo con una destreza de años.

—Déjame picar las verduras yo. Mejor ve a lavar unas frutas para que comas algo.

Sin más remedio, Ariana se rindió, se quitó el delantal y fue por unas manzanas y uvas, que empezó a lavar bajo el grifo.

Mientras frotaba la fruta, Julián le preguntó con voz casual:

—¿No quieres saber de qué platiqué con él?

Ariana no detuvo el movimiento de sus manos, sonriendo con desinterés.

—Seguro que le diste una regañada y luego lo echaste de la casa.

Julián la miró de reojo, con un dejo de complicidad.

—¿De verdad no te interesa saber?

—Si tú crees que no es necesario contármelo, entonces yo tampoco necesito escucharlo.

Julián soltó una risa suave.

—¿Ya perdiste toda esperanza en él?

—Sí —respondió Ariana, segura, sin titubear.

—Bueno, entonces no lo mencionemos más —comentó Julián con calidez y siguió picando verduras—. Cuando termines de lavar la fruta, ve a sentarte a la sala y cómela tranquila. No hace falta que te quedes aquí conmigo, hay mucho humo.

Ariana asintió divertida.

—Como tú digas, jefe.

Terminó de lavar la fruta y regresó a la sala. Al pasar, le echó una mirada al celular que había dejado sobre la mesa. Dudó unos segundos, pero al final lo tomó y desbloqueó WhatsApp.

Antes, cuando su papá anunció que iba a hablar con Esteban, Ariana se preocupó de que él mencionara el tema del corazón de su madre. Por eso, le mandó un mensaje rápido a ese hombre para advertirle.

En cuanto envió el mensaje, fue a ayudar en la cocina, tratando de quitarse la inquietud de encima.

Nerea, emocionada, le contestó al instante:

[¡Te lo dije! ¡Yo ya lo sospechaba, pero tú no me creías!]

[¡Esa mujer hasta me bloqueó de todos lados! La abuela le marcó por meses y nunca respondió. Era obvio que algo estaba pasando.]

[Pero bueno, ya está. Por fin se divorciaron, ¡se acabó la tormenta!]

Los mensajes de Nerea llegaban uno tras otro, como si no pudiera parar de teclear.

Lucrecia, viendo el flujo de mensajes en la pantalla, soltó una carcajada baja y respondió:

[¿Y si tu hermano lo está ocultando porque se arrepintió? Capaz que luego regresan y vuelven a casarse.]

[¡Ni lo digas! Mi hermano ya quería que esa mujer desapareciera, de seguro jamás pensó en volver con ella. Quédate tranquila, eso no va a pasar.]

Esta vez, Nerea mandó hasta un audio, tan apurada que hasta se le notaba la urgencia de desmentirlo.

Lucrecia, sin perder el ritmo, volvió a escribir:

[En el fondo, ni siquiera es mi asunto. Tu hermano y yo… no estoy tan segura de que él sienta algo especial por mí.]

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