El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 39

—¿Tan pronto? —Lucrecia fingió desilusión, con una sonrisa pícara—. Yo pensé que ustedes, igual que yo, estaban deseando que pudiéramos reunirnos todos lo más pronto posible.

José Manuel se dio cuenta de inmediato que había metido la pata y se apresuró a corregirse.

—¡Para nada, para nada! —soltó, intentando componer la situación—. Ya hablé con Esteban, y hasta estamos planeando organizarte una súper bienvenida. Si regresas justo en Navidad, ¿qué te parece si hacemos la fiesta ese mismo día?

Esteban frunció el ceño y le lanzó una mirada a José Manuel.

Al notar la reacción de Esteban, José Manuel aprovechó para desviar el tema y preguntó:

—Bueno, Lu, todavía no nos dijiste por qué llamabas. ¿Todo bien? ¿O pasó algo?

Lucrecia se rio y respondió con naturalidad.

—Nada grave, solo quería ver qué recuerditos quieren tú y Esteban. Les voy a llevar algo de vuelta, ¿no?

—Si se trata de un recuerdito, tiene que ser algo que les llegue al corazón. Solo así tiene sentido.

La forma en que Lucrecia lo decía era tan sencilla y directa, sin ese aire de niña mimada que solían tener otras chicas.

José Manuel admiraba mucho eso en Lucrecia. En ocasiones, incluso caía en la tentación de compararla con Ariana.

Ariana, esa muchacha, al principio parecía muy simpática. Era bonita, tenía chispa, y sobre todo, sus ojos transmitían una inocencia que desarmaba a cualquiera.

Pero en el fondo, todo era fachada. Por dentro, la chica estaba llena de vueltas y artimañas.

Pura doble cara. Una delante de la gente, otra completamente distinta a espaldas.

Y ahora ya ni se molesta en fingir. Se limita a ignorarlo a él y a Esteban sin el menor remordimiento.

—¿Chema, por qué te quedaste callado?

La voz de Lucrecia, cargada de curiosidad, lo sacó del trance en el que casi se había perdido.

José Manuel volvió en sí de golpe y contestó apresurado:

—Ah, estaba pensando. Déjame le pregunto a Esteban. Por mí, lo que sea que me traigas, me va a encantar.

Esteban volvió a lanzarle una mirada fulminante.

Pero antes de que José Manuel pudiera abrir la boca para preguntar, Esteban habló primero:

—Es solo un detalle, lo que quieras está bien.

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