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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 101

Benicio volvió a arrancar el carro, pero seguía sin dirigirlo hacia la casa de la abuela.

—Te voy a llevar a ver una casa —suspiró—. Ayer que te pedí tu identificación, la verdad, era para comprarte una casa.

Estefanía frunció el ceño.

—¿Comprar una casa?

—¿No que tus papás quieren comprarle una casa a Ariel para que se case? —soltó él.

—¿Otra vez te buscaron? —preguntó Estefanía, alerta y molesta.

Benicio guardó silencio.

Ese silencio era la mejor respuesta.

—¿Cuándo pasó eso? ¿Por qué nadie me dijo nada?

La miró de reojo y, por alguna razón, tenía una media sonrisa en los labios.

—Eres tan dura que ni se atreven a decírtelo.

Estefanía no entendía por qué Benicio tenía esa expresión entre divertida y resignada. Solo podía sentir el coraje ardiendo en su interior. ¡Su familia siempre lograba hacerla quedar mal frente a Benicio! ¡Siempre encontraba la forma de humillarla!

—Benicio, ¿puedes dejar de andar regalándole casas a todo el mundo? Los demás por lo menos sirven de alcancía, ¿pero tú qué eres? ¿Un árbol de casas que con solo agitarlo caen casas para todos? ¡Ya cualquiera viene y se lleva una!

Pero Benicio la ignoró y siguió hablando como si nada.

—Jamás imaginé que tuvieras ese carácter. Ese día en tu casa, hasta yo me asusté.

¿Y eso qué viene al caso?

—¡Benicio! ¡Te estoy hablando!

—Ya, tampoco es que yo pueda andar repartiendo casas así nomás. Solo lo hago por ti. Además, sé cómo eres: muy dura por fuera, pero en el fondo tienes buen corazón. Ayer hasta pensabas comprarle una casa a tu hermano, ¿no? ¿Y con qué dinero? Si todo lo que tienes es lo que yo te doy para tus gastos, ¿cómo crees que te va a alcanzar? Mejor guárdalo para ti.

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