Lo que escribió Cristina decía: “No hay nada más bonito en el mundo que, después de haber pasado por mil cosas, aún haya alguien que te consienta como si fueras un bebé. Gracias por seguir aquí, mi príncipe.”
Así que, este era el famoso “sorpresón” que le tenía preparado Benicio.
Vaya que sí le cayó por sorpresa… y de las grandes.
La única vez que Estefanía y Benicio fueron juntos al supermercado fue poco después de casarse.
Benicio, que casi nunca tenía un fin de semana libre en casa, por fin se quedó. Ella, llena de ilusión y ganas de crear un ambiente familiar cálido, le propuso ir al súper juntos.
En ese entonces, Estefanía todavía soñaba con un matrimonio feliz —compartir los tres tiempos de comida, recorrer juntos los pasillos del súper, volver a casa en pareja, sentarse a tomar algo viendo el atardecer, despertarse juntos cada mañana—. Se veía así, construyendo una vida en compañía.
Pero al final, todo eso se quedó en un sueño bonito. Nada más.
Aquella única ida al supermercado terminó siendo casi un mal chiste. Se toparon con un conocido de Benicio —ni siquiera supo si era familiar o solo un viejo amigo—, que apenas los vio, lo saludó de frente:
—¡Beni! ¿Vas de compras?
Y Benicio, sin titubear, su primer reflejo fue alejarse de ella de inmediato.
Respondió, como si nada:
—Sí, solo vine a dar una vuelta.
Solo vine a dar una vuelta… solo.
Esa palabra se le clavó a Estefanía como otra espina más en su matrimonio.
Ahí estaba, empujando un carrito lleno de cosas, parada sola en medio del pasillo, mientras Benicio se alejaba platicando con su conocido, cada vez más lejos. Si no hubiera sido porque bloqueaba el paso y alguien le pidió permiso para pasar, probablemente habría seguido de pie ahí, tragándose la espina, sin saber cuánto tiempo más aguantaría.
Al intentar hacerse a un lado, con el apuro y todavía sin acostumbrarse a su pierna mala, perdió el equilibrio y terminó cayendo al suelo junto con el carrito.
El dolor la dejó sin fuerzas para levantarse. Fue una niña, acompañada de su madre, quien se acercó para ayudarle. Entre las dos, recogieron una a una las cosas y volvieron a meterlas en el carrito.
La pequeña, con su mano suave, la tomó de la suya e intentó levantarla, diciéndole con esa voz tierna de niños:
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...