Benicio le mandó un mensaje avisándole que ya iba a abordar el avión.
Ella no contestó. La verdad, en ese momento no le interesaba en lo más mínimo el itinerario de Benicio; su cabeza estaba ocupada con que al día siguiente sería ella quien volaría.
Había puesto la alarma a las cuatro de la mañana: recogería a su abuela, luego irían juntas al aeropuerto para tomar el vuelo temprano. ¡Necesitaba dormir ya!
Pero Benicio no se daba por vencido y, para colmo, ahora le estaba llamando por videollamada.
Pensando que aún no había abordado, Estefanía terminó aceptando la llamada. En la pantalla apareció él, sentado en la sala VIP del aeropuerto.
Al verla, Benicio sonrió un poco.
—¿Ya estabas dormida? ¿Te desperté?
—Sí —respondió ella, sin molestarse en disimular el fastidio.
—Solo quería saber qué estabas haciendo, pero ya duérmete, no quiero molestarte. Yo ya voy a abordar.
Mientras hablaba, de pronto apareció el rostro de Cristina en la pantalla, saludando con la mano.
—Estefanía, discúlpame, de verdad. Por temas personales, no tengo más días disponibles, así que le pedí a Beni que me acompañara primero a la isla. No te enojes, ¿sí?
—Estefanía no se va a enojar —intervino Benicio, respondiendo por ella. Sin dar más oportunidad, cortó la llamada.
Estefanía aventó el celular a un lado y se dispuso a seguir durmiendo.
La verdad es que nunca pudo dormir tranquila. Se despertaba una y otra vez, revisando la hora una y otra vez, atrapada entre la emoción y los nervios. Cuando dieron las tres y media, ya no pudo seguir dando vueltas, así que se levantó.
Se arregló un poco y, cuando estuvo lista, ya casi eran las cuatro.
Benicio se había despedido pidiéndole que lo esperara en casa hasta su regreso.
¿Se daría cuenta, al ver el armario vacío, de que ella se había ido de verdad?
Si no lo notaba, no importaba. La carta y los papeles del divorcio que le había dejado se encargarían de decírselo.
Lanzó una última mirada a la casa donde había vivido cinco años.
—Sí, seguro que sí, nos vamos a volver a ver —Estefanía soltó a Viviana y le apretó la mano con fuerza.
Pidió otro carro y, junto a su abuela, partió rumbo al aeropuerto.
El check-in, los controles… todo salió sin contratiempos.
Ya en la sala de espera, Estefanía llevó a su abuela a desayunar algo sencillo.
—Abuelita, aguanta tantito con esto. Cuando bajemos del avión, buscamos algo más rico.
—No importa, hija, no importa. Está bien así —respondió la abuela, nerviosa pero emocionada; era la primera vez en décadas que hacía algo así de arriesgado.
Mientras le acercaba el pan tostado a su abuela, el celular de Estefanía sonó.
Justo lo que menos quería: una llamada a esa hora. Peor aún, quien llamaba era Benicio.
¿Ahora qué quiere?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...