Estefanía se quedó en shock por un momento.
Benicio tenía razón.
Ella lo había amado con todas sus fuerzas, con una entrega total.
Esa frase él la había dicho también el día de su boda. En aquel entonces, ella pensó que, aunque no fuera una declaración apasionada, sí era una promesa.
Le había dado una promesa para toda la vida.
Para siempre es mucho tiempo, pensó ella. Con el tiempo acabarían amándose de verdad; y si, en el peor de los casos, él jamás llegaba a amarla, no importaría. Le bastaba con amarlo ella...
—Benicio —de pronto, sintió la necesidad de preguntarle algo.
—¿Eh? —él exhaló cerca de su oído, el aliento le llegaba cargado a licor.
—Pero tu Cris ya regresó, ¿no? Si estás conmigo, ¿qué va a pasar con Cris?
—¿Cris? ¿Cris...? —Benicio murmuró ese nombre, y de repente la voz se le quebró—. Cris, no voy a olvidarte. Lo que te prometí, no lo voy a olvidar...
Estefanía sintió como si le hubieran echado un balde de agua helada encima.
¿Estaba tan borracho que la había confundido con Cristina?
—¿Qué fue lo que le prometiste? ¿Qué fue lo que prometiste a Cris? —preguntó, sin emoción, como quien repite una pregunta sin esperar respuesta.
—Todo. Lo que sea. Cris... —y de repente, él la abrazó con fuerza.
Estefanía se sintió suspendida en el aire, Benicio la levantó en brazos.
Después, la tumbó sobre la cama. Su aliento impregnado de alcohol le rozó la cara, la nariz, la quijada...
Benicio buscaba sus labios a tientas, pero ella giraba el rostro, esquivándolo.
Ese tufo a alcohol le revolvía el estómago.
Cuando él empezó a forcejear con su pijama, ella se resistió con más fuerza, luchando por soltarse.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...